Mientras Theo de Luca se encontraba fuera de la mansión, la noticia de la fuga llegó con la brutalidad de una tormenta repentina. Antonella, gravemente herida, lo había informado de la situación y estaba peleando con la muerte.
La paranoia y la desconfianza se apoderaban de la mansión, mientras Theo comprendía que la amenaza que acechaba en las sombras era más astuta y escurridiza de lo que jamás habría imaginado. El misterioso hombre había cumplido su objetivo, liberar a Gianna sin dejar un rastro evidente de su rostro.
Theo encerrado en su despacho dentro de su fortaleza en Sicilia pensaba en que había fallado. No descartaba la posibilidad de que alguien los había vendido y estaba dentro de los muros de su mansión. No confiaba absolutamente en nadie más que en su familia de sangre y
