Tommy viajó a Roma, para visitar a su mamá. El viaje en sí mismo fue un recordatorio de todo lo que había sucedido, pero también una oportunidad para tratar de encontrar algo de paz. Cuando llegó a la elegante casa de Raquel, la abrazó con fuerza, sintiendo el calor y el amor de su madre. —Mamá, estoy aquí —susurró, sonriendo mientras la abrazaba. —Tommy, hijo, qué alegría verte —respondió Raquel, con sus ojos llenos de emoción. Se sentaron en la hermosa cocina, compartiendo una taza de té. Tommy le contó cómo le iba con María Isabel, aunque evitó mencionar que había vuelto a prisión recientemente. —Ella es una mujer maravillosa. Me ha ayudado mucho —expuso Tommy, con una sonrisa sincera. Raquel lo observó con atención, captando algo más en sus palabras y expresión. —Me alegra que te