Aldo asintió, sin dejar de verla a los ojos.
—Sí. Necesitamos asegurarnos de que todo salga a la perfección. La tarea es sencilla, pero crucial. No podemos permitir ningún error —ordenó con firmeza.
La mujer sonrió con confianza.
—No te preocupes, Aldo. Todo estará bajo control. Sabes que soy buena en lo que hago —susurró acercándose aún más.
Aldo la miró, sintiendo una mezcla de admiración y atracción.
—Lo sé. Confío en ti, ellos no pueden sospechar nada —murmuró, sus palabras estaban cargadas de doble sentido.
La mujer sonrió de nuevo, pero esta vez su sonrisa tenía un toque seductor.
—Entonces, ¿por qué no relajarnos un poco antes de que empiece el trabajo? —sugirió, deslizándose hacia él con gracia.
Aldo no pudo resistirse. Mientras la miraba, su mente se llenaba de pensamient
