Mientras tanto, en la habitación, Rodrigo tomó la mano de su hermana. —Mabel, si amas a Tommy, lucha por él. No puedes vivir tu vida en base a lo que otros esperan de ti. Tienes que seguir a tu corazón —aconsejó Rodrigo. María Isabel miró a su hermano con los ojos llenos de lágrimas, sintiendo un nudo en la garganta. La sinceridad en las palabras de Rodrigo la conmovió profundamente. Comprendía que él tenía razón, pero también veía lo complicado que era. —No es tan fácil, Rodrigo. Tú conoces lo que mi papá aprecia a Aldo, lo quiere como a un hijo, él espera que se convierta en eso, cuando nos casemos —respondió, en un hilo de voz. Rodrigo acarició la mano de su hermana, la miró a los ojos, con ternura. —Sé que no es sencillo, pero tú eres fuerte, Mabel. Eres capaz de enfrentar cualq