Tommy deslizó una mano por la curva de su espalda, sintiendo cada contorno, mientras la otra mano se enredaba en su cabello. La pasión crecía entre ellos. Las manos de él comenzaron a explorar con más urgencia, bajando por su espalda hasta llegar a su cintura, atrayéndola más hacia él. María Isabel dejó escapar un gemido suave, entregándose al torrente de sensaciones que la recorrían. Sus cuerpos se presionaban con más fuerza, sintiendo cada latido, cada suspiro. De repente, la imagen de Aldo se le vino a la mente a ella. María Isabel se tensó y se apartó bruscamente, con su respiración entrecortada y su rostro lleno de conflicto. —Tommy, no... —susurró, con voz trémula—. Esto no es correcto. —Se llevó la mano al pecho intentando calmar los fuertes latidos de su corazón. Tommy la miró