Una pared humana se coloca justo frente de mí, haciéndome de escudo, ya que tanto el oficial como el hombre con llaves en mano, no han parado de verme. Caigo en cuenta nuevamente de que estoy desnuda y me cubro con mis manos llena de vergüenza.
—Bueno, caballeros, aquí no hay más nada que ver. Oficial, disculpe la escena, y a usted señor, gracias por aclarar nuestras dudas.
Frunzo mi ceño debido a la manera tan amable de hablarles a los hombres de pie a la puerta. Hace unos minutos, me estaba tapando la boca, siendo bastante descortés para que dejara de gritar, y ahora está siendo carismático. Esto no se puede quedar así, el oficial no puede dejarme a solas con este hombre desnudo que yo no conozco.
—¡Señor oficial! Deseo hacer una denuncia —digo asomando mi cabeza por un costado de su
