—Arita —siento que me palmea el brazo. Deseo abrir los ojos, pero el analgésico me ha noqueado—. Arita... —nuevamente, me palmea —reconozco su voz. Pero no quiero hacerle caso—. Dime si ya quedé viudo, para hacer el papeleo requerido de una vez, Aria Spencer.
Bufo. Abro mis ojos con bastante sueño en ellos y lo veo. Más bien… veo su abdomen desnudo, con una toalla cubriendo su parte intima. Pestañeo varias veces, hasta que me doy cuenta, de que estoy acostada de lado, casi a orilla de la cama, mientras él me da una panorámica de todo su cuerpo recién duchado.
—¿Acaso siempre andarás semi desnudo?
—Estoy en mi casa… —dice y se encoge de hombros—. La rubia vino a verte.
Me siento de inmediato al saber que Hanna ha llegado.
—¿Qué hora es?
—Casi las ocho de la noche —responde entrando a
