Como si estuviera viendo en vivo y directo, un beso triple ‘x’, entre dos amantes enamorados; así estoy yo. Sostengo muy fuerte mi maleta, aguantando las ganas de desistir de esta locura, y largarme de una vez. Mi santo esposo pasa sus manos de forma descarada por sus piernas, se devora con lascivia los labios de la rubia, incluso creo oírla gemir. Yo no siento nada por este hombre, pero oficialmente, mi dignidad ha sido pisoteada de manera indirecta. —Puedo esperar fuera, digo… si tanto están necesitados. La rubia detiene el beso, y volteo su cuello para fijar sus ojos en mí. ¡Dios mío! ¡Lo hizo igual que la película del exorcismo! —¿Disculpa? ¿Y tú quien eres? —pregunta destilando odio. Si Mike me trajo hasta aquí, sabiendo que lo estaba esperando una mujer. Quiere decir que es un