Las puertas del ascensor se abren y Mike no espera para subir mi vestido hasta mi cintura. Mi delicada panty es arrancada de un solo tirón, y un jadeo placentero se escapa de mi boca al sentir el ardor en mi piel. Los besos no cesan, sus manos no dejan de amasar mis glúteos y de apretarlos. —¿Qué mierda estás haciendo conmigo, Aria? ¡Dios! Mi nombre suena en un rugido excitante y me gusta. Mi cuerpo es lanzado al mueble de cuero que está en la gran sala. Y sin darme tiempo a recomponerme, me da la vuelta baja el cierre de mi vestido, y con un desespero me lo quita, dejándome una vez más, desnuda ante él. Siento su mano en mi cuello, estoy de espalda a él, y su mano se apropia de mi cabello en un nudo. Jala mi cabeza un poco hacia atrás haciendo que me incorpore de pie. —No sabes las