Avanzo hasta llegar al escritorio. Mantengo una sonrisa cordial aunque por dentro tenga muchísimas interrogantes. La primera es saber quién es esta mujer —Hola, un placer —le extiendo la mano—. Soy Aria Spencer. Sonrío, me muestro profesional y amable. No digo más por un motivo; quiero saber que lugar me dará Mike. —El placer es mío, Aria —me ofrece su mano y la tomo estrechándola—. Soy Daniela Montserrat. ¿Trabajas aquí? Pero que directa. —En realidad, Daniela. Ella es Aria Spencer Phill —así me gusta—. Es mi esposa, y también mi asistente. Le doy una sonrisa dulce e inocente, cualquiera creería que no rompo ni un plato. La mujer no disimula para abrir sus ojos con desmesura y sorprenderse por la noticia. Noticia que yo preferí no dar, nada más para saber si Mike era capaz de darm