—¡Buenos días! —su voz se hace presente en todo el lugar—. ¿Dónde está la novia? Jesucristo Salgo de la habitación ya duchada vestida con una pijama. Es un camisón con estampados de unicornios, es blanca y está bastante desgastada, pero es cómoda y suave, tiene muchos años conmigo y me encanta porque fue un regalo de mi hermano—. ¡Buenos días! ¿cómo estás, Sonia? Me acerco a ella quien me ha atajado en el pasillo de las habitaciones. Al verme, hace una mueca que no logro descifrar aunque me saluda de besos y un abrazo. —¿Qué es eso que traes puesto, niña? Ojea mi camisón, y abre sus ojos al darse cuenta de los pequeños huecos de la tela. Tengo muchas ganas de reírme por su cara, es como si mi camisón fuera un insulto a su estilo de alta clase. —Mi pijama —con obviedad respondo. —Ere