—Aria… —palmeo su mejilla. Está noqueada, con un tercer ojo en su frente. No es que sea un desconsiderado, pero no voy a llamar a emergencias hasta que ella reaccione—. Aria banana, por favor. Sé que te golpeaste fuerte, pero ya deja de jugar con mi paciencia y reacciona. Camino al baño y mojo mis manos con el agua de la llave, regreso a la cama dónde bella está acostada, y le paso las manos por su rostro—. ¡Carajo Aria, despierta! Se queja, arruga su rostro y por fin se digna a abrirlos a ojos. —¿Qué me pasó? —está aturdida. Lleva la mano a su frente y toca donde está el Monte Fuji, versión miniatura. —¡Ay! ¿¡Qué me pasó!? —repara en mi cuerpo y no muestra ningún gesto. A diferencia de lo que esperaba, su reacción es serena y sonríe—. Bebé ¿Qué haces desnudo? —Es que te golpeaste y