Me las cobré, y con creces. Arita pagó su travesura, y me he dado por servido de lo que restó de la noche. O más bien madrugada, porque ya casi amanece. No le di tregua a mi esposa puritana. Últimamente, soy un insaciable cuando se trata de Aria Spencer. Ahora, ella está dormida y yo me encuentro aquí de pie al umbral de la puerta observándola. ¿Por qué se oculta? ¿Por qué no se muestra con los hombres tal cual es? Ella se hace la que no sabe nada con respecto al sexo. Pero la muy condenada sabe, y bastante. Lo que se deja hacer por mí, lo que ella me hace a mí, no es de una mujer que experimenta su sexualidad de forma normal. Aria, a pesar de ser una joven mujer, sabe de sexo lo que podría saber una experimentada de mi edad, y hasta más. ¿Y el Pol Dance? Eso si me prendió por com