Amalia estaba nadando, eran las 5 de la mañana y a pesar de que la cas contaba con una elegante piscina climatizada y cubierta, era inevitable sentir el frío de la madrugada. Pero ese clima para ella era normal, frío, indiferente, arrasador y que lastimaba. Porque así era Amalia, ella lastimaba y no le importaba a quien, si se interponía en su camino, ella iba a lastimar y a dejar mal herido al que quisiera arruinar sus planes. Estaba saliendo de la piscina cuando vio llegar a Frederick, vestía una pantaloneta corta que dejaba demasiado a la imaginación y a ella le encantaba usarla. No sabía porque estaba allí a esa hora, creía que si fuese su esposo un hombre con esas cualidades físicas, no lo dejaría salir de la cama. Pero allí estaba la realidad, era su hermana, la simple Danielle l