Te quiero única y exclusivamente solo para mi.

1324 Words
Las piernas de Zoe comenzaron a temblar al verse descubierta, y antes de que pudiera reaccionar, se desplomó al suelo. Patrick, sin dudarlo, se agachó y la ayudó a levantarse. Al tocarla, sintió el temblor en su cuerpo y vio el rostro de ella lleno de lágrimas, reflejando una mezcla de miedo y desesperación. Zoe intentó hablar, pero las palabras se le atoraron en la garganta. Solo balbuceaba, incapaz de formular una explicación coherente. Patrick, con una mezcla de firmeza y compasión, la guio hacia el sofá, asegurándose de que se sentara cómodamente. —Respira, Zoe. Solo respira —sugirió Patrick con una voz calmada y controlada, tratando de aliviar su evidente angustia. Patrick se movió con seguridad por el apartamento, llegó a la cocina, encontró un vaso, lo llenó con agua y regresó al sofá, extendiéndole a Zoe. —Toma esto. Te ayudará a calmarte —ordenó, manteniendo su voz suave pero autoritaria. Zoe tomó el vaso con manos temblorosas y bebió un sorbo, tratando de controlar su respiración. Patrick se sentó a su lado, observándola con una mezcla de preocupación y determinación. —Zoe, necesito que me digas la verdad. ¿Por qué robaste la fórmula? —repitió, esta vez con un tono más suave, intentando darle el espacio para que pudiera hablar. Zoe cerró los ojos por un momento, sintiendo cómo las lágrimas seguían rodando por sus mejillas. Respiró hondo y finalmente encontró la fuerza para hablar. —Señor Wells yo... no quería hacerte daño. Me dijeron cosas horribles sobre ti. Claire buscó mi ayuda, yo dirijo una fundación que socorre a las mujeres en situaciones de riesgo, ella se aprovechó de que llevo años comprometida con mi causa —explicó con la voz temblorosa—, me mostró unos moretones en el cuerpo, me dijo que usted era un monstruo, que necesitaba pruebas para el divorcio, sí fui una tonta, les creía sin investigar, pero tenía la evidencia frente a mí. —Se cubrió el rostro con ambas manos soltando su llanto. Patrick la miró en silencio, procesando sus palabras. La furia que había sentido al descubrir la fórmula robada se mezclaba ahora con algo de compasión. Conocía bien a Claire, sabía que era capaz de envolver a la gente a su antojo. —¿Por eso tuviste sexo conmigo? —cuestionó sin más preámbulos—. Imagino que te acuestas con todos los hombres que maltratan a esas mujeres para conseguir pruebas de… ¿infidelidad? Zoe sintió las palabras hirientes de él como si le hubieran dado fuertes bofetadas en el rostro, era cierto, había tenido relaciones con él, por ese motivo, pero eso no le daba derecho a tratarla como una cualquiera. —¡No soy una zorra! —gritó y se puso de pie a pesar de que aún las piernas le temblaban—, es la primera vez que me atrevo a tanto. Patrick soltó un bufido y arqueó una ceja. —¿Por qué debo creerte? —No me interesa si lo hace o no, sé que cometí un error y estoy pagando muy caro, porque ahora Claire y Jonathan me están chantajeando por ese video —explicó con la voz temblorosa—, si no robaba esa fórmula, ellos iban a descubrir lo que hice, y entonces…—Sollozó—, todas esas mujeres que confían y creen en mí, perderían las esperanzas de un cambio, ¿qué seguridad podría darles? Patrick se puso de pie y su mirada se volvió fría. —Eso debiste pensar antes de: Falsificar documentos, infiltrarte en mi empresa como una espía, filmarte teniendo sexo conmigo, y robar la fórmula de uno de mis productos. —Enumeró. —¿Te das cuenta de que estás metida en un lío enorme? —cuestionó—, basta una llamada mía para que vayas a parar en prisión. Zoe sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras Patrick se ponía de pie, la intensidad de su mirada helada la atravesó como un cuchillo. Sus palabras eran frías y precisas, cada una un golpe que resonaba en sus oídos. Su corazón latía con fuerza, como si intentara escapar de la presión que envolvía la habitación. Al escuchar la lista de sus supuestos crímenes—falsificación de documentos, espionaje, un escandaloso video íntimo, y el robo de una fórmula valiosa—Zoe sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. La gravedad de la situación la envolvía como una nube oscura, presionando su pecho y dificultando la respiración. Su mente corría a mil por hora, tratando de encontrar una salida a la amenaza que se le presentaba. El tono de Patrick era inflexible, y la idea de que una simple llamada pudiera llevarla a prisión la llenaba de una desesperación paralizante. Su rostro se palideció, y sus ojos se abrieron de par en par mientras una oleada de pánico se apoderaba de ella. La frialdad en la voz de Patrick solo acentuaba la severidad de la amenaza, dejándola sin aliento y con la mente en blanco. Pero en un instante, Zoe logró poner su mente en claro. Se dio cuenta de algo crucial: Patrick no necesitaba hacerle un aviso sobre su disposición para enviarla a prisión. Bastaba con una llamada para que su destino estuviera sellado. Patrick estaba ahí por algo más. Con una mezcla de temor y determinación, Zoe levantó la vista y lo miró fijamente. Su voz, aunque temblorosa, tenía un matiz de firmeza. —¿Qué vino a buscar? —preguntó, intentando mantener el control mientras su mente seguía buscando una salida. Patrick dibujó en sus labios una sonrisa siniestra. —Veo que eres inteligente, has dado en el clavo —expresó con arrogancia. Zoe lo observó frunciendo el ceño. —¿Qué quiere de mí? Patrick la observó de pies a cabeza, con la mirada oscura. Zoe sintió un estremecimiento en todo el cuerpo, entrecerró los ojos, su corazón empezó a latir con fuerza. —Zoe, Zoe, Zoe, o ¿deseas que te llame Camila? —indagó acercándose a ella como un depredador a punto de saltar sobre su presa. Ella tragó saliva, no paraba de temblar, pero no podía volver a caer, se sostuvo de una silla. —Mi nombre es Zoe —enfatizó con firmeza—, hable, ¿qué hace aquí? ¿Qué vino a buscar? Patrick se aclaró la garganta. —Quiero que trabajes para mi —propuso sin dejar de verla a los ojos. Zoe sacudió la cabeza, lo observó con una expresión de incredulidad. —¿Vino a ofrecerme empleo después de que sabe lo que hice? Patrick soltó un bufido. —Veo que eres buena espía, así que mi propuesta es esta: Le vas a entregar la fórmula a Jonathan, y les harás creer que estás de su lado, que me odias y estás dispuesta a destruirme, debes ganarte la confianza de Claire y el imbécil de mi excuñado —propuso mientras caminaba por el pequeño espacio—, y me vas a informar todo lo que te digan —ordenó—, a cambio yo me encargaré de desaparecer el video, no te mandaré a prisión, y tu honra y buen nombre estarán a salvo. —¿Y si me niego? —preguntó Zoe. —Si te niegas en este instante vas a prisión, tú decides —expresó, la observó con esa mirada desafiante. Zoe tragó saliva, tomó una gran bocanada de aire. —Lo haré, las cosas serán como usted diga —susurró, no tenía más salida, prefería estar de lado de Patrick, que de quienes la engañaron. Patrick dibujó en sus labios una amplia sonrisa. —Me alegra escuchar eso mi querida Zoe, porque hay algo más, tus delitos no se compensan solo con una tarea. Zoe separó los labios, lo miró fijamente. —¿Qué más quiere? —demandó. Patrick la observó con esa mirada penetrante. —A ti, Zoe, te quiero única y exclusivamente para mi —sentenció.
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