Patrick se encontraba en el laboratorio de su empresa, rodeado por un equipo de ingenieros que trabajaban sin descanso. La atmósfera estaba cargada de tensión y determinación; todos sabían que no podían permitirse el más mínimo error. Con su característica mirada penetrante, supervisaba cada detalle, asegurándose de que todo marchara según lo planeado. —Quiero que esta crema esté lista en un mes —ordenó con voz firme, mientras observaba a uno de los ingenieros mezclar cuidadosamente los ingredientes—. Haremos el lanzamiento el mismo día que los Davis. No podemos darles ninguna ventaja. Los ingenieros asintieron en silencio, conscientes de la urgencia en las palabras de Patrick. Él siempre solía involucrarse de cerca en cada etapa del proceso, pero esta vez era diferente, había algo más q