Al cruzar las puertas del elegante salón, los ojos de Zoe recorrieron el ambiente, buscando a Patrick entre la multitud de invitados. No tardó mucho en encontrarlo; estaba de pie, en una esquina, conversando con un pequeño grupo de personas influyentes. Cuando su mirada se posó en ella, el cambio en su expresión fue inmediato. Patrick la observó y frunció el ceño con incredulidad y desagrado apenas disimulado. Su mandíbula se tensó al ver que Zoe no había seguido sus instrucciones. La furia en sus ojos era evidente, aunque mantuvo su compostura ante los demás invitados. Por un breve instante, se quedó inmóvil, sin poder creer que ella hubiera desafiado sus órdenes de manera tan directa. Había imaginado que Zoe se presentaría con el vestido que él había seleccionado, seductora y sumisa a