Patrick había colgado el teléfono sin darle tiempo a Zoe de rebatir. «Y una recomendación importante: no lleves ropa interior» Esa frase retumbaba en los oídos de ella, Zoe sintió que el aire se escapaba de sus pulmones de golpe. Sus manos temblaron mientras aún sostenía el teléfono, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Una oleada de calor subió por su cuello hasta teñir sus mejillas de rojo. La incredulidad y nerviosismo que la invadió la dejó paralizada por unos segundos. Su primer impulso fue el de sentir indignación, una furia que se encendía en su interior al darse cuenta del descaro con el que Patrick había dado aquella orden. ¿Cómo se atrevía? Pero junto con esa ira, surgió una inquietud que no podía ignorar, una sensación extraña que se revolvía en lo más profundo d