Patrick la miró con una mezcla de desafío y diversión, ladeó una sonrisa. —Las cosas pararán cuando yo lo decida, Zoe —respondió en un susurro, acercándose un poco más a ella. Sin darle tiempo a reaccionar, su mano se introdujo más adentro, acariciando la piel desnuda con una lentitud calculada. Zoe cerró los ojos con fuerza, intentando bloquear la sensación, pero el calor que irradiaba de su toque era innegable. Los dedos de Patrick llegaron al centro de su intimidad, y cuando empezaron a jugar con sus pliegues, una sensación de calor recorrió su cuerpo. Zoe luchó por mantenerse firme, pero su cuerpo la traicionaba. Cada caricia de Patrick encendía una chispa en su interior, un deseo que no quería reconocer. Sus respiraciones se hicieron más rápidas, más superficiales, mientras intent