¡Misión cumplida!

1989 Words
Esa noche, tanto Zoe como Patrick no podían dejar de pensar en el beso que se habían dado. El recuerdo de la pasión y el deseo que habían sentido aún los perseguía. Zoe estaba en su pequeño pero acogedor apartamento, sentada en el sofá con una taza de té caliente entre las manos. Miraba fijamente el vapor que se elevaba, perdida en sus pensamientos. «No puedo sentir atracción por un hombre como Patrick», se dijo a sí misma por enésima vez. «Claire lo describió como un monstruo, un hombre violento y cruel. No puedo olvidar lo que ella me contó, ni las marcas de maltrato en su pecho, ni como trató a su asistente» Pero, por mucho que intentara convencerse, no podía negar la química que había sentido. Cada vez que cerraba los ojos, revivía el momento en que sus labios se encontraron, la intensidad de sus caricias, la chispa que parecía encenderse cada vez que estaban cerca. No podía permitirse estos sentimientos. Tenía una misión que cumplir y debía mantenerse enfocada. **** Patrick, por su parte, estaba en su lujoso apartamento, sirviéndose otro whisky mientras miraba por la ventana. El beso con Camila, o, mejor dicho, Zoe, lo había dejado perplejo. «No puedo sentir atracción por una mujer que desea destruirme» pensó con frustración. Sin embargo, la realidad era innegable. Zoe despertaba en él una atracción que no había sentido en mucho tiempo. Cada vez que pensaba en ella, sentía una mezcla de deseo y desconfianza. Sabía que ella no estaba ahí por casualidad. Claire la había contratado con un propósito claro, y él estaba decidido a descubrirlo. —Voy a llegar hasta el final de este juego —murmuró Patrick para sí mismo, dando un largo trago a su whisky. Estaba dispuesto a seguir con el juego, decidido a desenmascarar a Zoe y exponer sus verdaderas intenciones. **** Al día siguiente Zoe se preparaba para un nuevo día en la oficina, cuando un golpe fuerte en la puerta la hizo saltar. Con el corazón acelerado, se acercó y abrió, solo para encontrarse con una Claire alterada y con un ojo morado. —¡Claire! —exclamó Zoe, llevándola adentro y cerrando la puerta tras ellas—. ¿Qué te ha pasado? Claire comenzó a llorar con desesperación, cubriéndose el rostro con las manos. —Otra vez, Zoe. Patrick me golpeó otra vez. Ya no puedo esperar más. No puedo seguir así —sollozó, mientras las lágrimas corrían por su rostro. Zoe sintió un nudo en el estómago al ver a Claire en ese estado. Aunque sabía que su misión era complicada y peligrosa, la urgencia en la voz y la condición física de Claire la impulsaron a actuar de inmediato. Tomó las manos de Claire con firmeza, tratando de transmitirle algo de fuerza. —No te preocupes, Claire. Esta noche voy a seducir a Patrick y llegaré hasta las últimas consecuencias. Voy a conseguir esas pruebas y terminaremos con esto de una vez por todas —avisó Zoe con determinación. Claire asintió entre lágrimas, agradecida. —Gracias, Zoe. No sé qué haría sin ti —expresó con su voz temblorosa pero llena de esperanza. Zoe sabía que debía actuar con rapidez y precisión. Después de asegurarse de que Claire estuviera cómoda en su sofá, se cambió de ropa, optando por un vestido elegante pero insinuante, que resaltaba sus mejores atributos sin ser demasiado obvio. Se retocó el maquillaje y se peinó cuidadosamente, asegurándose de que cada detalle estuviera perfecto. —Voy a hacer todo lo que esté en mi poder para que esta pesadilla termine, Claire —avisó Zoe, antes de salir de su apartamento. Claire la miró con gratitud y una chispa de alivio en sus ojos. —Ten cuidado, Zoe. Por favor, cuídate. Zoe asintió y salió del apartamento junto con Claire, decidida a enfrentarse a Patrick y obtener las pruebas necesarias. Mientras se dirigía a la oficina, no podía dejar de pensar en lo que estaba a punto de hacer. Sabía que este sería un momento crucial y que no había espacio para errores. **** Era tarde la oficina estaba casi vacía. Zoe esperaba con paciencia hasta que todos se hubieran ido, excepto Patrick. Había estado planeando este momento, necesitaba aprovechar cada oportunidad para cumplir con su misión. Finalmente, cuando las luces de las otras oficinas se apagaron y el silencio se instaló en el edificio, Zoe se dirigió al despacho de Patrick. Respiró hondo y golpeó la puerta antes de entrar. Patrick levantó la mirada de su escritorio, sorprendido pero complacido al verla. —¿Camila? ¿Qué haces aquí tan tarde? —preguntó, aunque su tono sugería que estaba encantado de tenerla allí. Zoe cerró la puerta tras ella y se acercó a su escritorio con pasos decididos. —Necesito hablar contigo, Patrick. No puedo dejar de pensar en nuestra última conversación —murmuró con un tono muy sensual en la voz. Patrick se levantó lento, cerrando la distancia entre ellos. Cerró la puerta con un clic definitivo y se volvió hacia ella, su mirada se volvió intensa. —¿Y qué es lo que has estado pensando? —murmuró, sus ojos recorrieron su rostro y su cuerpo con deseo. Zoe se mordió el labio, acercándose aún más hasta que sus cuerpos casi se tocaban. —Que hay algo entre nosotros que no podemos ignorar —susurró. —Pienso lo mismo —contestó él. Patrick no esperó más. La atrajo hacia él y la besó con una pasión que los dejó sin aliento. Sus manos se enredaron en el cabello de Zoe mientras el beso se volvía más profundo, más urgente. Ella respondió con igual fervor, sus cuerpos se presionaban el uno contra el otro, encendiendo una chispa que se transformó en segundos en un incendio. Patrick la levantó y la colocó sobre su escritorio, sus manos recorrían la figura de Zoe con una mezcla de deseo y necesidad. Ella gimió contra sus labios, sintiendo cada caricia como un fuego que se extendía por su piel. Sus manos exploraron el cuerpo de Patrick, desabrochando su camisa y sintiendo los músculos tensos bajo sus dedos. —Eres un misterio y eso me encanta —murmuró Patrick entre besos, con su voz ronca de deseo. Zoe tiró de él, atrayéndolo más cerca mientras sus labios descendían por su cuello. Patrick deslizó las manos por sus piernas, levantando su falda y acariciando su piel desnuda. Los dedos de él rozaron el encaje que cubría su sex0. El contacto hizo que Zoe se estremeciera, un gemido escapó de sus labios. —Patrick... —susurró, su voz cargada de deseo y anticipación. Patrick la miró a los ojos, sus manos trabajaron con destreza para deshacerse de la ropa que los separaba. Cada movimiento era una promesa de placer, cada caricia una declaración de deseo. Hasta que se liberaron de las barreras que quedaban entre ellos, enseguida él se colocó un preservativo, su firme virilidad se hundió en el interior de ella con fuerza y pasión, llevándolos a ambos a un lugar donde solo existían ellos dos. Zoe arqueó la espalda, sus manos se aferraron a la espalda de Patrick mientras él se movía sobre ella con una mezcla de poder y ternura. Sus cuerpos se volvieron uno, cada envite intensificó el fuego que ardía entre ellos. Los gemidos de placer llenaban la oficina, como una sinfonía de pasión que resonaba en las paredes. En ese pequeño espacio. Solo había el calor de sus cuerpos, el ritmo frenético de sus corazones, y la intensidad de sus deseos. Zoe se perdió en el momento, cada pensamiento, cada duda, se desvanecía mientras se entregaba por completo a la experiencia. Juntos alcanzaron el clímax, fue un momento de completo éxtasis que los dejó sin aliento. Patrick se desplomó sobre ella, ambos respiraban con dificultad mientras el eco de su pasión aún resonaba en el aire. Zoe abrió los ojos y encontró la mirada de Patrick, ambos sabiendo que lo que había sucedido entre ellos era mucho más que un simple juego. Había una conexión, una atracción intensa que no podían negar. Patrick se incorporó lento, todavía respiraba con dificultad. Sus ojos seguían fijos en Zoe, llenos de una mezcla de confusión y deseo. Después de un momento de silencio, su expresión cambió, endureciéndose. —Camila, no te hagas ilusiones con esto —advirtió, su tono ahora frío y distante—. Lo que pasó fue solo sex0 y nada más. Zoe lo miró, sorprendida por el cambio repentino. Trató de mantener la compostura, pero las palabras de él la golpearon como bofetadas. —Lo sé —respondió ella, decidida a no volver a verlo. —Recoge tus cosas y vete. Y no hables de esto con nadie —ordenó Patrick, en tono implacable—. No quiero que mi esposa se entere —mintió, una sonrisa perversa se dibujó en sus labios. Patrick se giró y se dirigió al baño, cerrando la puerta tras él. Zoe se quedó de pie, sintiéndose herida y humillada. Sabía que no podía objetar, ya que ella misma había planeado esta trampa. Pero eso no hacía que las palabras de su jefe dolieran menos. Aprovechando la ausencia de Patrick, Zoe inhaló profundo y se apresuró a recoger la cámara oculta que había colocado en su despacho. «¡Misión cumplida!. Claire por fin se liberará de tu yugo Patrick Wells, y yo no tendré que volver a verte» Zoe pensó que en sus manos tenía el arma para hundir a ese miserable hombre que no tuvo reparos en hacerla suya sobre el escritorio sin ningún pudor. «Estás acabado» pensó, pero en vez de sentir esa sensación de triunfo, percibía todo lo contrario, las palabras crueles de él hacían eco en su memoria, no esperó más, no quería volver a encontrarse con Patrick, con manos temblorosas, guardó la cámara en su bolso y salió corriendo de la oficina, sin mirar atrás. **** Patrick estaba recargado en la puerta del baño, respirando profundamente. El encuentro con Zoe había sido intenso, más de lo que había anticipado. La pasión entre ellos era innegable, pero eso no justificaba lo que había sucedido. —¿Qué demonios estoy haciendo? —se preguntó en voz baja, pasando una mano por su cabello desordenado. Sabía que Zoe no era quien decía ser, pero la atracción que sentía por ella complicaba las cosas. Se sentía traicionado por sus propios deseos. Había tratado de mantener las cosas profesionales, y aunque caer en el juego de ella era parte de su plan, Zoe había conseguido romper sus barreras. Ahora, tenía que lidiar con las consecuencias de sus acciones. —No puedo permitir que esto me afecte más de lo necesario —se dijo a sí mismo. Decidido a mantener la compostura, Patrick se miró en el espejo, su expresión endurecida—, esto es parte de la trampa, no pierdas el rumbo —se dijo así mismo, decidido a averiguar más sobre Zoe y sus verdaderas intenciones. No podía permitirse el lujo de confiar en ella, no cuando tanto estaba en juego. Cuando salió del baño, el despacho estaba vacío. Zoe se había ido, llevándose consigo cualquier esperanza de una explicación inmediata, por lo que él sintió un alivio, además no pensaba hablar del tema, iba a hacer de cuenta que entro ellos no pasó nada. Patrick miró el desorden en su escritorio, soltó un bufido. —¿Qué es lo que realmente buscas Zoe? —cuestionó, mirando la puerta por donde ella había salido minutos antes, entonces notó que la cámara que había encontrado escondida entre unos libros ya no estaba. La incertidumbre lo consumía, pero no podía rendirse. Tenía que descubrir la verdad, sin importar el costo. —¿Será que piensan chantajearme con ese video? ¡No creo que seas tan tonta para hacer eso Zoe! ¡Yo arruinaría tu reputación con solo una llamada! —aseguró, cerrando con fuerza sus puños.
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