Patrick entró en la habitación con su habitual aire imponente, y su máscara de frialdad perfectamente colocada. Sin embargo, algo en su actitud había cambiado. Ya no había hostilidad en su mirada, aunque su presencia seguía siendo abrumadora.
Zoe mantuvo los ojos cerrados, como si al hacerlo pudiera evitar el inevitable enfrentamiento. Pero sabía que no podía escapar. Patrick estaba allí, y tarde o temprano tendría que enfrentarlo.
El sonido de sus pasos acercándose hizo que los latidos de su corazón se aceleraran aún más. Podía sentir la tensión en el aire, la expectativa de lo que vendría. Patrick se detuvo junto a su cama, y por un momento, el silencio llenó la habitación, pesado y cargado de emociones no dichas.
—¿Cómo te sientes? —preguntó él, con una voz suave pero firme.
Zoe abr
