Skyler había sido exiliada no solo de su propia manada, sino de toda la especie de los lobos, eso la convertía en una rebelde y si se quedaba en el bosque demasiado tiempo sus instintos iban a empezar a surgir y su loba se convertiría en una salvaje, el único camino que le quedaba era buscar un pueblo o ciudad de los humanos para poder vivir, necesita una civilización.
Si las circunstancias fueran diferentes, si Lucián no hubiera sido tan cruel, si no hubiera sido la Reina Luna, si su exilió no fuera por traición, la hubieran dejado ir por algo de ropa, le hubieran dado comida y un guardia la hubiera acompañado al pueblo más cercano, muchos lobos que no que no querían vivir en la manada se iban con los humanos y tenían una vida tranquila en las ciudades, pero ese no era su caso.
“Debimos quedarnos” le reprochó Zita su loba.
“Nos hubieran quitado la vida”
“Eso hubiera sido mejor que estar lejos de nuestro mundo”
“Es un error y lo vamos a probar” indicó Skyler.
“¿Y cómo lo haremos? En medio del bosque con la oscuridad a nuestro alrededor”
Un ruido se escuchó en los árboles, Skyler apretó el cuchillo contra su pecho mirando alrededor, Zita su loba estuvo atenta, se quedaron quietas y alertas por unos minutos, pero nada apareció, había sido solo el viento aunque no podían confiarse, el lugar estaba lleno de criaturas peligrosas, mucho más de noche.
“Ayúdame, Zita” le pidió Skyler “No es momento de pelear”
“Por supuesto que estoy peleando contigo” Discutió “Debimos quedarnos en nuestro lugar”
Skyler decidió cerrar el vínculo, era inútil intentar entrar en razón a su loba y solo la estaba distrayendo, tenía que llegar a una ciudad pronto, pero no encontraba el camino, intentó recordar su entrenamiento, ella lo había recibido, sabía pelear, sabía las técnicas de supervivencia, qué hacer en caso de emergencia, había sido instruida para eso, solo que nunca creyó que estaría en esa posición.
Siguió caminando sin tener idea de a dónde iba, tiempo después con la espesa noche casi no podía ver, se dejó llevar por sus instintos aunque no eran muy útiles sin Zita, si tan solo Lucián estuviera con ella, estuviera en la manada con las personas que quería. Negó con la cabeza y terminó por sentarse cerca de un árbol, era inútil continuar, no sabía si se adentraba más en el bosque o iba saliendo, lo mejor era descansar y esperar a mañana para que Zita la guiará, ni siquiera recordaba la última vez que salió su loba, se la pasaba tanto tiempo en la casa de la manada haciendo trámites que no tenía tiempo para salir.
Tocó el pasto, lo sintió con sus dedos, lo único que sabía hacer era dirigir una manada de lobos, pero ahora ya no podía hacerlo, la habían exiliado, necesitaba encontrar una forma de volver, de demostrar que ella no había traicionado a nadie, tenía que saber que había sucedido ese día, le habían enseñado a persistir, a luchar, no podía dejarse vencer.
Escucho un ruido entre los árboles nuevamente y se levantó, probablemente solo era el aire de nuevo, pero no estaba segura, miró a todos lados buscando algo, todo era oscuridad, no podía ver casi nada y no había ningún olor, sujeto el cuchillo con fuerza, los árboles volvieron a moverse.
–¿Quién está ahí? –gritó.
Ahora estaba segura que no era el aire, en ese momento se escuchó un sonido gutural y algo grande bajo de un árbol, la tierra tembló debajo de ella.
–Vaya, vaya, qué tenemos aquí –se escuchó la voz estruendosa de aquel monstruo grande –. Un delicioso bocadillo.
Fue cuando estuvo más cerca que ella se dió cuenta que era un ogro.
–Yo no soy un bocadillo, que sepas que soy la Reina Luna de la gran manada Norte.
–¿Y qué hace su majestad tan lejos y sola de su hogar?
–Salí a dar un paseo –titubeo viendo a otro lado, ojalá le hubiera creído.
–Fue un error de su parte hacerlo tan tarde.
El ogro se abalanzó sobre ella, Skyler logro esquivarlo al saltar a un lado, los tacones altos que llevaba no eran favorables para una pelea y tuvo que quitárselos, en el momento que el ogro volvió a acercarse, ella le tiró el zapato que fue directo a su ojo y se enterró en él, el ogro grito con dolor.
–¡Mald*ta bruja!
–Te he dicho que soy una loba –reprocho ella.
–Una loba que no se transforma.
Zita, eso la hizo recordar a su loba con quién intentó hacer una conexión, pero le costaba concentrarse si estaba escapando de un ogro que quería comerla.
Empezó a correr lo más rápido que podía mientras el ogro iba tras ella, no tardó en alcanzarla, al menos a su largo y precioso cabello, sintió el dolor en la cabeza cuando jalo su cabello, gritó y el ogro sonrió.
–Una Reina Luna que no sabe defenderse, mi día de suerte.
Ella recordó el cuchillo, iba a intentar lastimarlo pero sería inútil, la piel de los ogros era gruesa, se lo habían enseñado, tenía que liberarse, encontrar un lugar tranquilo y llamar a Zita.
Tomó el cuchillo con fuerza y lo llevó a su cabello, lo agitó con fuerza en un solo movimiento, se cortó el cabello y ella cayó de frente, el ogro se tambaleó, ella aprovechó y volvió a correr, distinguió una luz a lo lejos, no sabía que era, pero corrió hacia ella.
–Loba escurridiza –gruñó el monstruo.
Ella siguió corriendo hasta el lugar logró distinguir una cabaña, tenía la esperanza que alguien estuviera ahí y tuviera un arma o algo para defenderse.
–¡AYUDA! –gritó –. ¡UN OGRO!
El monstruo soltó una risa burlona, nadie estaba tan demente para salir a ayudarla, sabían que los ogros solo iban directo a su presa.
–¡AYUDA!
No vio a nadie abrir, nadie iba a salir en su ayuda, miró a otro lado, tenía que esconderse y conectar con su loba. No iba a morir, no podía hacerlo, debía averiguar que había pasado con su manada, encontrar al culpable y demostrar su inocencia, no podía quedar así.
Fue en ese momento cuando no vió la roca al frente y se tropezó, abrió los ojos, sintió la punzada en su pecho, el ogro estaba tan cerca, ese era su fin...