Me quedé reflexionando un par de segundos acerca del asunto de Escandinavia y esa indiferencia de mi parte hacia las circunstancias, indiferencia que en realidad sólo era la tapa de una olla de presión con agua hirviendo dentro. Sentí presión en mis manos colgando junto a mis caderas y bajé la mirada, las estaba empuñando, me di cuenta que la rabia empezaba a manifestarse poco a poco, pero no hacia Ester por haberme recordado algo escandinavo, sino hacia esa realidad que cargaba sobre mis hombros en silencio, sin saber cómo deshacerme de ese peso que debía soportar cada vez que miraba o escuchaba algo alusivo a mis pesadillas. Volteé hacia otro lado para amortiguar los feroces pensamientos que apretaban mis sienes como una tenaza de hierro ardiente, entonces la mirada salien