“Sí, confío en usted” fueron las palabras que solo esperaba oír para levantarla entre sus brazos y llevarla hasta la habitación. Cierra la puerta con seguro detrás de él y coloca a Louisa sobre la cama. —¿Estás segura que no quieres cambiarte? —preguntó nuevamente Leonardo. —Estoy segura —se acomodó por debajo de la colcha—, ¿y usted? —preguntó con su voz pícara. —Nunca he tenido problema con lo húmedo, pero me temo que nos tendremos que deshacer de esto, al menos que ya no quieras… —Solo hazlo —señaló con la mirada la colcha que la arropaba. Leonardo se levantó de la cama y apagó las luces. Regresó y se colocó encima de Louisa quien no le podía quitar la mirada de encima, le preguntó entre susurros si se encontraba bien y ella asintió con la cabeza. Miró su ombligo descubierto por