Louisa daba varias vueltas en la cama que no dejaban dormir a Leonardo ya que lo golpeaba constantemente con sus brazos al nivel del estómago. Quiso separarla varias veces de su lado, pero ella inconscientemente regresaba al mismo lugar. Se levantó con cautela para no levantarla, y cogió su portátil que la había guardado en su maletín y la coloca sobre el pequeño escritorio frente a la cama. Aprovechó las horas de madrugada para culminar sus últimos reportes e indicaciones sobre el nuevo proyecto que llevarían a cabo. Consideró que de esa forma podría pasar más tiempo con ella en sus últimos dos días que le restaban en Monterrey. Se sirvió un vaso de agua helada de la jarra y continuó escribiendo hasta que los rayos del sol rebotaban en la cortina de la suite. —Señor Leonardo —dijo al ver