Karl corrió a toda prisa sintiendo que esa marca de esclavo que tenía le picaba cada vez más, era extraño, sentía un desespero en su cuerpo que solo mermaría cuando llegara a la mansión de su amo y como se lo imaginó, así fue, ya que cuando pisó las tierras del pequeño palacio, toda esa agobiante sensación desapareció por arte de magia, y lo único que quedaba en su cuerpo era el agotamiento físico por haber corrido todo ese extenso trecho sin detenerse, y el dolor de su muñeca fracturada, no la podía mover pero mañana se curaría, ese siempre era el alivio de Karl cuando tenía una dolencia en su cuerpo. Así pues, cuando llegó un sirviente estaba afuera barriendo la entrada que, no era la principal era el área trasera. Ese camino que Karl tomaba era el que llevaba a la parte donde estaba el