—No creo que sea motivo de mucho revuelto la muerte de esos guardias, su majestad —dice Leah con decencia mirando a su padre—¿No se han puesto a pensar que quizás esos dos guardias tenían deudores peligrosos y finalmente vinieron a cobrarles con sus vidas? —asume la princesa Leah, tratando de desviar la atención que se había creado en medio de los gemelos, porque sentía que le convenía. El rey Arthur se echa a reír, porque, aunque sonara descabellado, esa podría ser una posibilidad. —Leah, tus conjeturas pueden ser tan acertadas como tu falta de interés por la música y el bordado —dice el rey Arthur mirando a su hija que sonrió a medias. —¿Se murieron dos guardias? —cuestiona el príncipe Sebastien, que no se había enterado de eso. —Lo han estado hablando desde esta mañana —responde su