CAPÍTULO DIECISIETE Darius estaba en el pequeño patio circular, rodeado por altos muros de piedra y de cara al hombre misterioso que había delante de él, perplejo. Este entrenador del Imperio, este hombre que había intervenido y salvado su vida, estaba allí ahora, con su sencilla túnica marrón, con su sencilla vara y Darius no sabía qué hacer con él. Se había presentado a sí mismo como Deklan. Por un lado, le había salvado la vida y, por esta razón, Darius se sentía eternamente agradecido; por otro lado, Darius no tenía ni idea de por qué el hombre se había desviado de su camino por él o qué quería. ¿Resultaría ser cruel, como todos los demás? Deklan miraba a Darius y lo examinaba como si lo conociera. Contemplaba a Darius con respeto, mirándolo como lo haría un guerrero y Darius no ente