Contratada.

1080 Words
Narra Faith: ¿No podía ser más bochornoso este momento? Obviamente que un hombre como él debe estar casado o comprometido, la que está mal soy yo por andar babeando ante él, sin apenas conocerlo. Como puedo, trato de recomponerme por la sorpresa para parecer más profesional, aunque no creo que pueda empeorar más las cosas. —Mucho gusto, en ese caso es a mí a quien busca —le tiendo la mano y él la acepta, no sin antes mirarme de arriba abajo, como si dudara de su decisión. —Oh, no tenía idea, esperaba a alguien un poco mayor —sonríe y me encojo de hombros. —Ya veo. Acompáñeme, por favor. Me va disculpar unos minutos en la sala de espera, si no le molesta —digo, nerviosa. —Por supuesto, tómese su tiempo. Estaré aquí esperando hasta que pueda recibirme. Asiento y le indico el lugar donde sentarse y corro directamente a la sala de juntas. Seguro que debe star por terminar, pero mejor tarde que nunca. Me escabullo en silencio mientras veo a mi jefe hablar en el frente, proyectando el calendario en la enorme pantalla. Debo decir que me encanta mi empleo. Soy buena en lo que hago, me pagan medianamente bien y encima, las oficinas Philips son de lujo. Sin embargo, mi jefe puede llegar a ser algo extremista a la hora de exigirnos al equipo de organizadores. Me ubico al final, tratando de pasar desapercibida, cuando le escucho mencionar mi nombre en frente de todos. —Faith Stone, qué bueno es ser honrado por tu presencia en esta reunión, por un momento creí que no te interesaba lo que aquí se dijera —comenta con sarcasmo. ¿Ven lo que les digo? Trato de no rodar los ojos dado que estoy enfrente de todo el equipo que está compuesto por más de diez personas, sin embargo, no aguanto un bochorno más. Todavía mojada y con el pelo recogido en una coleta floja en la nuca, me levanto para responderle. —Ha sido una mañana algo turbia, señor Philips, pero puede estar seguro de que sí me interesa la reunión. Me giro para echar un vistazo a través de la puerta de cristal y veo al guapo caballero que ha venido a contratar mis servicios muy concentrado con su teléfono en mano. —Es bueno saberlo, querida. Ya hemos casi culminado, solo nos queda pendiente la distribución de los eventos del siguiente bimestre. Se gira con todos los ademanes que le caracterizan y con su huesuda mano, señala la pantalla donde se proyecta toda la agenda con todos los eventos. Mis ojos estudian el listado y por ningún lado veo mi nombre, lo que hace que mi indignación crezca. A mi lado, Camila celebra eufóricamente al ver que ha sido ella quien ha sido asignada al evento de los Adams. ¿Cómo puede ser esto posible? Se supone que llevo meses, por no decir desde el año pasado, pidiendo ese contrato, que he sido yo la que ha generado más popularidad para la empresa, porque muchos de los clientes que han recibido mis servicios nos recomiendan a sus amigos y así sucesivamente. Ver que no me han escogido para ninguno de los casos grandes, es más, para ninguno de los proyectos de los próximos meses no solo me hace sentir despreciada, sino que me descuadra económicamente y eso no me lo puedo permitir. —Amiga, lo siento —susurra Teresa a mi lado. —Yo más, Tere —tercio, sin terminar de creerlo. —Bien, damas y caballeros, ahora que tienen sus asignaciones, pueden irse. Todos se levantan y se dirigen a la puerta, pero me acerco a él, incapaz de callarme ante esta injusticia. —Señor Philips, ¿tiene un momento? —le llamo mientras él recoge su ordenador. Como siempre, va vestido con mucho glamour, tiene un traje beich con una camisa lila y una bufanda violeta en el bolsillo de la chaqueta. —Dime, Faith. ¿Qué te ha pasado? ¿Olvidaste secarte esta mañana? —dice con sarcasmo. —Señor, ¿qué ha sido eso? —pregunto, sin contener mi indignación, ignorando sus preguntas. —Usted sabe que llevo meses detrás de ese proyecto. Ahora se lo ha dejado a Camila, sabiendo que ella no ha organizado ni un tercio de los eventos que he hecho yo. ¿Por qué no me ha considerado para ese contrato, ni para ningún otro? —Porque tengo algo más para ti —anuncia, de lo más calmado. —¿Qué puede ofrecerme que sea mejor que ese evento? —lo miro como si estuviera loco. En la compañía tenemos un sueldo base que es mínimo, apenas lo suficiente para cubrir los gastos básicos, por eso, a los organizadores de eventos nos dan un por ciento dependiendo del presupuesto de cada actividad y por eso, la mayoría de los organizadores quiere siempre los eventos grandes, porque así ganan más y obviamente, yo no soy la excepción. Al pensar que la compañía Adams invierte más de ochocientas mil libras en su despampanante fiesta, todos quieren el caso. —Ay, Faith, ¿cuándo aprenderás a confiar en mí? —pregunta sonriendo. —¿Ves a ese sujeto que está ahí afuera? —dice señalando al tipo del ascensor. —Sí, pero lo que ese tipo quiere es una boda. No se puede comparar —digo, dolida. Generalmente las bodas tienen un presupuesto entre cien y doscientas mil libras, muy por debajo de lo que ofrece el proyecto Adams. —¿Tienes idea de quién es ese hombre, Faith? —dice, sorprendido. —Uno que se quiere casar —comento y él se echa a reír. —No, querida. Ese es Edward Warren, dueño de la empresa de telecomunicaciones King. Su boda es el evento más esperado del año, así que puedes imaginarte que no es una fiesta común y corriente. Él y su prometida tienen dinero que sobra y me han llamado porque te quieren explícitamente a ti. No tiene límite su presupuesto, así que dime, ¿me he equivocado al no darte el caso Adams? Abro los ojos a tope al escuchar sus palabras y niego con la cabeza. Tengo muchas emociones encontradas, por una parte, feliz de haber sido escogida para algo tan importante, y por otro lado, atormentada al haber sido una tonta en el elevador. —Bien, en ese caso, ven a conocer a tu cliente. Tienes mucho trabajo para hacer.
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