Narra Faith: Faltan diez minutos para las nueve cuando llego a mi oficina y me alegro de que sea así, para no tener que lidiar de plano con las miradas curiosas de mis compañeros. De por sí, no es que yo sea la más popular del lugar, porque a la mayoría siempre le ha molestado el hecho de que los grandes eventos me los asignaran a mí. Sin embargo, de mi parte he tratado de llevar la fiesta en paz y de ser una buena compañera, a pesar de eso. Ahora, sé que, sin duda, seré la paria del lugar al haberme casado con el cliente de la boda más importante que me ha tocado, y para colmo en las circunstancias en que lo hice. A veces me pregunto en qué lío me metí, porque, en retrospectiva, debí de estar loca para aceptar cosa semejante. No sólo es suficiente el acoso de los medios de comunicación