Narra Faith: Un dolor de cabeza devastador me arrastra de lo profundo de la inconsciencia, pero me impide abrir los ojos de inmediato. Con la mano, me acaricio la cabeza adolorida, mientras espero que el malestar me deje ponerme de pie para ir al baño. Finalmente logro abrir un ojo, pero la habitación está a oscuras y no tengo ni idea de donde podría estar mi teléfono para ver la hora. Tambaleante, me levanto de la cama y, con algo de esfuerzo, logro hacer pis, para regresar a la cama y dejarme caer como un saco de patatas. No sé qué rayos estaba pensando anoche al beber de esa forma. Generalmente no paso de una o dos copas en una noche atrevida, pero perdí la cuenta después de mi octavo Martini y ahora estoy pagando los platos rotos, y juro no volver a beber así mientras tenga vida. L