Narra Edward: Miro mi teléfono, pensando qué hacer, en una mezcla entre enojo y frustración. No he sabido nada de Faith en toda la tarde. La he llamado cientos de veces sin obtener respuesta y la preocupación ya trasciende a niveles indecibles. Son casi las diez de la noche y no tengo ni idea de donde podrá estar. Llamé a su padre, a Roberta y a todo el que conozco, pero nadie parece saber dónde estará. En la oficina tampoco me ha contestado, solo me han dicho que salió temprano, pero nadie sabe hacia dónde. Por un momento, la idea de que haya querido marcharse y dejarme, me resulta extrañamente doloroso. La verdad es que, a parte de una buena revolcada, no le he ofrecido más que problemas, exposición en los medios y el acoso de una ex despechada, razones sobradas para que cualquiera q