Arturo Abad Me dejé caer en mi silla, bebí hasta el fondo el vaso con whisky sintiendo como la sensación de alcohol quemaba en mi garganta. La visita de Ana me había tomado por sorpresa, me quiere, lo sé, lo pude ver en sus ojos. Pero ella es tan terca, que mi peor miedo es que se quede con él por lastima. Tenia que pensar en algo para que ella se diera cuenta de que a la persona que ama es a mí, esta sería mi última jugada. Después de esta visita, ahora más que nunca debía luchar por su amor. De repente Roberto entro a mi oficina sin tocar, ya había olvidado sus molestas costumbres, fruncí el ceño. - ¿Puedes tocar antes de entrar?, si no es mucho pedir – dije algo molesto. - Claro, oye acabo de ver a Ana, iba llorando por el pasillo – suspiré al recordar, Roberto camino hasta sentars