1. Destino
Título: Corazón de millonario... Diario de una catástrofe
Autor: Nancy Rdz
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Código de registro: 2108269041463
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Pov Ana Paula Lago
Escuchó el sonar de la alarma, estiro inconscientemente el brazo para apagar el aparato que ha perturbado mi preciado sueño. Abro lentamente los ojos entrecerrándolos de nuevo por la molestia de la luz de mañana que pasa a través de la ventana. Es sábado y por fin tendré mi primer fin de semana de descanso del trabajo, después de varias semanas sin descansar un solo día y guardias pesadas, estaba feliz de pasar más tiempo con Carlos.
- Amor buenos días, ya son las seis tienes que ir a trabajar – le susurré al oído abrazando con suavidad su espalda desnuda, me acurruqué. Él beso mi mano con cariño.
- No quiero ir a trabajar – dijo en tono soñoliento, se giró en la cama juntando nuestras frentes – quisiera quedarme a dormir hasta tarde contigo.
Sonreí ante la agradable idea de tenerlo para mi todo el día, pero eso no sería posible porque Carlos era el encargado de un proyecto muy importante, la nueva “Plaza Comercial Antara” que construía el Grupo Rocamonte, una de las empresas constructoras más importantes de todo el estado. Gracias a este trabajo es que él pudo comprar el departamento en el que estamos viviendo. Ahora que llevaba cerca de un mes trabajando como doctora oficial por fin nos habíamos estabilizado económicamente y estábamos listos ahora si para casarnos muy pronto.
Acaricié su rostro con delicadeza, el me rodeó la cintura y nos besamos, amaba a Carlos, desde la primera vez que lo vi y a pesar de todas las dificultades que pasamos en el pasado, hoy vivimos juntos y felices.
- Te amo – dijo mirándome directo a los ojos.
- Te amo más – le respondí.
Lo besé nuevamente.
- Haremos esto... tu irás a trabajar, harás tu trabajo rápido y llegarás puntual a la tarde para la cena, podemos salir a algún restaurante que te parece – mi voz sonaba muy entusiasmada – podemos pasear, comprar un helado, ¡ir a bailar! Y después, te haré mío Arquitecto Carlos Alcázar ¿Qué te parece? - mordí uno de sus labios, el jadeo haciéndome sentir gran satisfacción, sonreí de oreja a oreja.
- Tengo otra idea, porque no pedimos algo de cenar o mejor aún, tu preparas la cena – hice una mueca en mi rostro apuntando mi pecho con mi dedo índice, yo no era muy buena en la cocina que digamos - después de eso, nos encerramos en la habitación y te hago mía por el resto de la tarde, noche y la mañana ¿eh?... ¿Qué te parece? - sonrió pícaramente, metió una de sus manos por el interior de mi bata de dormir.
- Me parece una idea genial, ahora ve y báñate mientras preparo el desayuno, no puedes llegar tarde.
A regañadientes nos levantamos de la cama, Carlos entró al baño, yo me dirigí a la cocina, mientras preparaba pan francés que era uno de los desayunos favoritos de mi prometido, pensaba en lo feliz que era ahora, si me preguntarán hace seis meses si pensaba que Carlos y yo terminaríamos comprometidos, no lo creería. Se me formó un nudo en la garganta al recordar que él tuvo que elegir entre su familia y yo. A veces me daba tristeza al ver como ignoraba las llamadas de sus padres, él no quería verlos por todo el daño que me habían ocasionado en el pasado. Sus padres me odiaban por no considerarme la persona adecuada para estar a la altura de su querido hijo.
Comencé a picar fresas y plátanos, puse dos platos y serví el pan, añadí la fruta y miel.
Cuando Carlos dejó la mansión de sus padres, ellos hicieron todo lo posible para que él me dejara y regresara a su residencia pidiéndoles perdón, le bloquearon muchísimas ofertas de trabajo y casi pierdo la universidad por ellos, pero con gran esfuerzo Carlos consiguió el empleo que tiene ahora, y por fin nos hemos estabilizado económicamente y emocionalmente. Es difícil cambiar de estilo de vida cuando siempre has tenido todo a tus pies y después tener que trabajar muy duro para subsistir.
- ¿En qué piensas amor? - la voz de él me regresó a la realidad, giré a ver como sacaba una botella con jugo de naranja del refrí y dos vasos de cristal de la estantería.
- Cosas sin sentido.
Observé con detenimiento como servía el jugo en cada uno de los vasos, mi prometido era un hombre muy apuesto 187 centímetros de puro músculo porque por las tardes cuando llegaba del trabajo y yo estaba en mis guardias solía salir a correr o hacer ejercicio en el departamento, su melena castaña clara se la peinaba siempre hacía un lado con gran estilo, llevaba su pantalón de mezclilla con una camisa de cuadros además de sus botas de seguridad, Carlos era el arquitecto más guapo del mundo, para mis ojos claro.
Nos sentamos en la barra desayunador, el a un lado mío, acciones como pegar tan cerca su silla a la mía me hacía sentir cosquillitas, estaba locamente enamorada de mi hombre. Mientras comíamos sentía su mano recorrer mi espalda con suavidad.
- Mis padres me llamaron ayer, quieren verme ¿crees que sea buena idea? No quiero terminar peleando con ellos de nuevo – su mirada se clavó en la mía y su voz sonó en tono serio. Sabía que en el fondo los extrañaba, aunque se hiciera el fuerte. Acaricié con mi mano su mejilla, le dirigí una mirada tierna.
- Son tus padres, tienes que verlos independientemente si les agrado o no - sonreí a medias.
- Tal vez entre semana llegué de paso – dijo haciendo una leve sonrisa, había algo en él que me inquietaba.
- ¿Pasa algo amor? ¿qué es lo que te preocupa? - le pregunté tomando su mano - sabes que puedes confiar en mi para todo.
Unió sus labios a los míos.
- He estado pensando mucho en la fecha de nuestra boda, habíamos dicho que haríamos las cosas despacio y bien, tenemos el dinero, porque no nos casamos en dos o tres meses no sería algo tan grande como lo habíamos planeado, pero si algo muy lindo para los dos, quiero que seas mi esposa Ana, mis padres no tendrán de otra más que hacerse a la idea de que tú ya eres parte de mi vida y mi futuro, quiero una familia contigo, quiero envejecer y morir contigo.
- Amor... - mi corazón se ensanchaba al escuchar sus palabras, mis ojos comenzaron a humedecerse, bajé de la silla alta y lo abracé con fuerza, “te amo” le susurré, el acarició mi cabello.
Carlos se separó de mí tomando mi rostro con sus dos manos, sus ojos brillaban de felicidad, después de que le dije que si nos podíamos casar dentro de meses, la fecha era lo de menos siempre y cuando estuviéramos juntos.
- Me tengo que ir que no se te olvide la cena de la tarde y lo que haremos después - me guiñó el ojo sonriendo de forma divertida, me beso rápido y se fue.
Me había quedado sola, regresé a mi cama, estaba exhausta, casi dos semanas trabajando jornadas de 12 horas seguidas sin un día de descanso, mi cuerpo ya resentía todo ese cansancio, así que en lo que mi hombre iba a ganarse el pan, yo me dormiría un buen rato.
***
Pov Carlos Alcázar
Conduzco directo hasta el lugar donde estamos construyendo, “Plaza Antara” uno de los proyectos más ambiciosos del estado entero, ese proyecto significa mucho para mí, cuando me lo asignaron pensé que sería demasiado pronto para la poca experiencia que tenía como arquitecto, ya que antes de ejercer la carrera que había estudiado, me dedicaba a ayudar a mi padre con la empresa familiar una fábrica donde se elaboraban productos alimenticios enlatados, pero cuando conocí a Ana todo cambio, ella trabajaba de mesera en un bar al que una vez asistí por casualidad, ella lo hacía para poder pagarse la universidad estaba por graduarse de médico general. Cuando mis padres se enteraron de su profesión pusieron el grito en el cielo, hasta le ofrecieron dinero para que dejara de verme, la amenazaron con hacerla perder sus estudios y aunque por miedo si se separó de mi por un tiempo, me las arreglé para que todo entre nosotros resultara bien. Dejé de tener contacto con mis padres por esas razones hasta ahora que hace unos días mi madre comenzó a llamarme, no sé cómo, pero sabía exactamente el horario en el que Ana no estaba en casa, querían verme, como siempre dirían que era su único hijo varón y que tenía que ayudarles con la empresa de la familia, yo no tenía la culpa de que mis dos hermanas menores no se dedicarán a los estudios y fueran un fracaso para trabajar.
Pero mientras no aceptarán a Ana y la respetarán como el amor de mi vida, no pensaba regresar a la empresa, Ana y yo ahora éramos felices viviendo juntos a pesar de todas las dificultades que tuvimos al principio. Por eso es que en los últimos días estuve analiza do la posibilidad de adelantar nuestra boda, una vez casados mis padres tendrían que aceptar que Ana es mi vida.
Lo primero que hice cuando llegue al lugar donde estábamos construyendo el proyecto fue analizar la lista de tareas que teníamos pendientes, nuestra prioridad era terminar de afinar los detalles del lado este de la obra que ya estaba construida , retiraríamos el sobrante de material y los andamios.
Reuní a todos los trabajadores para que estuvieran enterados de las cosas que teníamos que hacer para hoy.
- ¡Vamos! ¡Vamos! Con ganas por qué hoy es sábado y hay que llegar temprano a casa – los animé, la verdad que yo era el más interesado en llegar a mi hogar para estar con mi bella prometida.
Pov Roberto Abad Rocamonte
Por muchos años me mantuve a la sombra de mi hermano Arturo, incluso cuando él se encaprichó al casarse con Clara y mis padres lo apoyaron, él se había quedado con la dirección de la empresa y con la mujer que yo amaba. Clara te extraño tanto, tuve que contener con todas mis fuerzas el dolor que sentí ante tu partida, hoy se cumple un año desde que ya no estás. Acaricié su retrato con nostalgia. Si ese bastardo de Arturo no hubiera descubierto que tenías un amante, los dos hubiéramos podido huir y estaríamos viviendo felices en algún lugar del extranjero, Suiza u Holanda ¿recuerdas? Eran nuestros planes. Pero como siempre mi maldito hermano, nunca aceptó que amarás a otro hombre que no fuera él. Mi amada Clara, te prometo que vengaré tu muerte y le arrebataré su amada empresa a mi hermano, ni si quiera sabrá lo que le espera, disfrutaré viéndolo caer, peldaño tras peldaño.
Guardé el retrato de Clara en un cajón de mi escritorio bajo llave. Tomé el celular, marqué el número que ya sabía de memoria.
- ¿Está todo listo?
- Si jefe como usted lo ordenó, ya estamos en posición - escuché la otra voz detrás del móvil.
- Perfecto.
Colgué. Marqué otro número.
- Beraín, todo está listo, sólo te recuerdo que prometiste darme la mitad del seguro de la construcción cuando lo cobres – dije con voz altanera.
- Trato es un trato, primero has tu parte Abad – la otra voz se escuchaba tensa, pero no tenía de que preocuparme por que a los dos nos convenía el cobro de este seguro, era una ganancia inmediata para Beraín, sólo perdería una parte de la construcción pero Grupo Rocamonte tendría que saldar el total de la obra, más la indemnización, hasta concluirla por completo, esos fueron los términos que se firmaron y que el soberbio de mi hermano aprobó, ya que está tan convencido de los proyectos perfectos que se realizan en la empresa, sonreí con malicia, ni se imagina lo que le espera, a mí me convenía que Grupo Rocamonte perdiera a final de cuentas hace mucho que dejó de importarme la empresa familiar, una vez que viera a Arturo derrotado, me iría a gastar la fortuna del seguro de la plaza Antara en el extranjero.
Pov Ana
Mi celular no dejaba de sonar, “de seguro se le olvido algo a Carlos” fue lo primero que pensé.
Contesté mi celular sin ver la pantalla.
- Diga - respondí bostezando.
- Ana ¿estás acostada a esta hora? - reconocí aquella voz al instante era mi amiga y compañera de guardia Lili - ¡Por Dios ya es mediodía!
Bufé. Apenas iba a decir algo cuando ella me interrumpió, no entendía por qué su voz parecía sonar agitada.
- Te llamó por que acaban de salir dos ambulancias por un derrumbe que hubo en una construcción - mi espalda se tensó de inmediato, mis ojos se abrieron y me senté de golpe en la cama.
- ¿Qué dices? ¿dónde? - pregunté con angustia.
- En la plaza nueva que están construyendo al norte de la ciudad – me quedé muda - recordé que me platicaste que ahí está trabajando Carlos, llamaré para que sepas que esta con bien.
Ni si quiera le di las gracias, colgué enseguida, mis dedos marcaban temblorosos cada número de su móvil.
Timbraba, pero no entró la llamada, de nuevo marqué y me mando a buzón. Mi cuerpo comenzó a temblar de los nervios, tan rápido como pude me desvestí, me puse la primera blusa y jeans que encontré y salí corriendo del departamento, todo el trayecto rogué porque Carlos estuviera bien y no le haya pasado nada, no podía creer que esto estuviera pasando, él era un magnífico arquitecto era imposible que ocurriera un accidente en la construcción. Tenía que haber algún error o confusión, Carlos estaba bien, estaba segura, mi cuerpo temblaba, tenía mucho miedo y el aún no me contestaba.
Conduje a toda velocidad hasta el lugar donde construían la plaza Antara.
Mi corazón se paralizó cuando confirme lo que Lili me dijo por teléfono sobre el derrumbe, había ambulancias y policías por doquier. Tuve que salir corriendo del auto porque ya no había acceso vehicular al edificio, ¿dónde estaba mi prometido? No lo veía por ningún lado, caminé y corrí desesperada por todas partes, pero no lo veía, estaba a punto de entrar en shock.
Los policías no daban acceso a esa parte del accidente, tuve que esquivar algunos para escabullirme hasta después del área que estaba acordonada.
Vi a lo lejos uno de sus compañeros de trabajo, corrí hasta el jalándolo del brazo para llamar su atención.
- ¿Dónde está Carlos? - le pregunté con mi voz entrecortada por lo agitado de mi respiración, mis ojos estaban humedecidos, estaba angustiada.
El hombre se quedó en silencio. Necesitaba una respuesta ¡ya!
- ¿Dónde está Carlos? - le volví a repetir.
Él agachó la mirada.
- Estaba en el área de derrumbe con otros tres compañeros cuando escuchamos un tronido y entonces toda esa parte se derrumbó - hablaba despacio y calmado, pero yo sentía que mi corazón se hacía trizas.
- ¡No puede ser! - lloré - No... no... no es cierto, por favor dime que no es cierto.
- Lo siento – dijo con pena, de tanta presión que sentía mi cabeza colapso y caí al suelo.
(…)
Dos días después
Pov Ana
Sólo han rescatado un cuerpo y los trabajos de rescate aún siguen, me siento como un zombie, sin vida, aún tengo la esperanza de que Carlos esté vivo, no me hago a la idea de que él no esté aquí conmigo, comienzo a sollozar.
- Ana cariño, debes comer algo, aunque sea haz el esfuerzo - escuchó la voz de mi amiga Lili, pero niego a su petición, el dolor que siento es enorme, sólo quiero verlo una vez más.
- ¿Qué sentirías si perdieras el amor de tu vida? - le pregunté, ella me miró con compasión, no dijo nada.
- Te traeré un té.
Llamó por enésima vez al señor del cuerpo de rescate que me ha atendido tan amable y me ha hecho saber los avances que llevan en el rescate, pero me dice que aún nada, rescataron otro cuerpo, pero no es de Carlos.
Escuchó el sonido del timbre, Lili abre y la madre de Carlos entra furiosa hasta posicionarse frente a mí, alzó la vista con desgana.
- ¡Tú eres la única culpable! - me apunta con su dedo índice - si mi hijo no se hubiera enamorado de ti, arrabalera, nada de esto estaría pasando, mi hijo estaría vivo ¡Vivo!.
La señora Domenika estaba furiosa, me asesinaba con la mirada, ni si quiera tenía fuerzas para responderle.
- Señora cálmese, Ana también está sufriendo - escuché la voz de Lili.
- A mí no me digas que hacer, una cosa si te digo que si mi hijo muere te vas a arrepentir de cada uno de los malestares que le has hecho pasar a mi familia – me amenazó, entonces no se dé dónde saqué las fuerzas para poder ponerme de pie, ya era suficiente de que siempre quisiera humillarme.
- Lo único que hice desde que conocí a su hijo fue amarlo, lo amo con todo mi ser y si ustedes hubieran aceptado nuestro amor, nada de esto estaría pasando, si yo soy culpable ustedes también lo son, le pido que se vaya de mi casa ¡ahora! - levanté la voz.
- ¿Cómo te atreves insolente?
- ¡Largo!
Lili encamino a mi suegra que salió echando chispas de furia por el departamento. No sin antes recordarme que me arrepentiré de haber nacido. El dolor de perder a Carlos, ya era suficiente castigo.
- ¿Crees que es mi culpa? – musité viendo a Lili a los ojos.
- ¡Claro que no Ana! Por favor, no te culpes, tu no tienes la culpa del accidente que sufrió Carlos.
Me quedé en silencio abrazándome.
Era doctora y sabía que era cuestión de tiempo para que rescatarán los otros dos cuerpos, los anteriores habían salido sin vida. Carlos, mi amor. ¿Por qué no regresaste a casa? Solté en llanto. Nos íbamos a casar.
Los siguientes días fueron una tortura para mí.