Pov Arturo Abad
- ¿Qué pasó? Me dijeron que subiste a alguien desmayado a tu oficina - escuché la voz de mi hermano, giré mi rostro para verlo entrar por la puerta, señalé a la chica con la mano.
El miró con expresión confundida a la mujer.
- ¿Quién es ella? - preguntó poniendo su dedo índice y pulgar en el cuello, este estúpido, la mujer estaba viva obviamente.
- Es la prometida de Alcázar, vino a reclamarle el accidente del derrumbe apenas habló y se desvaneció - le expliqué - Samuel no llega con el doctor y tengo cosas más importantes que hacer, hoy es el cumpleaños de Lisa y le prometí que estaría en casa temprano.
- Veté, yo me quedó aquí con ella, más tarde paso a la casa a felicitar a Lisa - Asentí.
- Sólo, no le prometas nada, Alcázar falleció y ya llegué a un acuerdo con sus padres, lo que haga esta mujer ya me tiene sin cuidado – le di un último vistazo y salí de la oficina.
En el trayecto crucé con Samuel y el doctor de la empresa, le di instrucciones de que se asegurará que después de que él médico la atendiera, se encargará de llevarla a su casa.
Mientras conducía a casa recordé lo que ella dijo sobre que ojalá algún día no sintiera lo que es perder a un ser querido, ella no sabe nada, a mi mente llega el recuerdo de Clara, he tratado de mantenerlo enterrado todo este tiempo, me había funcionado hasta ahora, a pesar de su traición aún me duele que falleció de esa fatal manera, lo que más me duele es que Lisa la extraña y la necesita, es muy difícil para ella crecer sin una madre, he tratado de encontrar a alguien que pueda suplir su papel pero ninguna mujer con la que he salido a logrado ganarse el cariño de mi hija, ella no quiere ni niñeras ni una madrastra, eso me lo ha dejado en claro muchas veces.
Antes de Clara yo era una persona diferente, la amaba con todo mi corazón, amaba a mi familia, estaba feliz por la hija que me había dado, todo era alegría en mi vida, tenía muchas metas y proyectos a largo plazo, pero después de su muerte todo se oscureció, me encerré en mi propio mundo, me volví una persona fría y calculadora, no dejaría que alguien se burlará de mí de nuevo como ella lo había hecho. Nunca noté que tuviera un amante, cuando me lo confesé ví como todo mi mundo se derrumbó en pedazos, estaba dispuesta a abandonarme incluso a Lisa también, recuerdo que dijo que regresaría luego por ella.
Jamás hubiera permitido que apartará a mi hija de mi lado, primero sobre mi cadáver. Lisa es lo más importante que tengo ahora, hoy cumple seis años y le prometí que estaría en casa acompañándola en su fiesta de cumpleaños en casa de los abuelos.
(…)
- ¡Papi, si viniste! - escuché el gritó de mi hija cuando entré al área de jardín, miré a mi alrededor y apenas estaban llegando los invitados, me alegró que hubiera llegado temprano para estar con ella. Mi madre había hecho un gran trabajo, adorno todo el jardín de su casa con temática de unicornio, mesas, arreglos, globos, todo... a Lisa le encantaba. Mi pequeña llevaba puesto un vestido muy bonito color blanco con unas rayas de colores, donde se podía apreciar la silueta de la cabeza de un unicornio que al parecer estaba muy feliz, su cabello fue peinado en dos coletas por las que caían varios listones de colores simulando que fuera cabello.
Alcé a mi hija cargándola en mis brazos, como cuando aún tenía uno o dos años.
- ¿Te gusta mi look, papi? - preguntó con una sonrisita divertida y acercando su rostro al mío exigiendo una respuesta a su manera.
- Claro que sí, eres la niña más hermosa de todo el mundo – dije dándole una palmadita en el pecho. Satisfecha con mi respuesta asintió de forma alegre, la bajé y enseguida salió corriendo a encontrarse con sus amigos del colegio.
- Arturo, cariño, no me has llamado desde que regresaste de viaje - escuché una voz conocida, era la última persona que esperaba encontrarme en la fiesta de mi hija.
Rodé los ojos girándome hacía ella.
- Tu más que nadie debería saber que en los últimos tres días he estado por demás ocupado, además ¿qué haces aquí? No recuerdo haberte invitado – dije de forma seca, Katherine era la hija de un amigo de mi padre de la infancia, la conocía desde hace varios años siempre quiso algo conmigo, pero yo sólo tenía ojos para Clara, hace pocos meses comenzamos a vernos en privado, pero no era algo formal.
Ella acarició lentamente el borde de mi hombro, su mirada era lasciva.
- Así le hablas a la futura madrastra de tu hija – soltó sus palabras cerca de mi oído, reí con sarcasmos.
- No recuerdo que acordáramos una relación formal, Katherine no te confundas – pude ver su mirada furiosa, me fulminaba con sus ojos oscuros.
- Yo pensé que... - entornó los ojos.
- Mi hija no tendrá una madrastra, eso grábatelo en la cabeza, entre tu y yo sólo existen noches de diversión es todo - decidí terminar mi platica con ella, antes de que los nervios la traicionarán y comenzará a hacer un show. Katherine era una mujer muy bella, estuvo conmigo durante mi luto cuando mi esposa falleció, pero era claro para mí que ella no era el tipo de mujer que yo desearía para que fuera mi esposa, se aprovechó de mis momentos de debilidad para meterse en mi cama, pero ya venía siendo tiempo de que fuera terminando con esto o si no sería más difícil quitármela de encima, además a Lisa no le agradaba y eso era una gran desventaja para ella. A Lisa no le agradaba ninguna mujer que se me acercará.
Camine por el jardín buscando algo que beber. Llegué a la mesa de snack y tomé un refresco, era lo más decente que había para adultos.
- Arturo, no me has llamado para ponerme al tanto de si ya solucionaste el problema del derrumbe – escuché la voz de mi padre a mi espalda. Rodé nuevamente los ojos y me giré, lo miré directo a los ojos, hice una media sonrisa.
- Todo está bajo control, si es lo que quieres saber, este no es lugar para hablar de negocios, padre – caminé cerca de su lado dejándolo atrás.
- Entonces vayamos a un lugar donde pudramos hablar de “negocios” hijo.
Mi padre era un hombre muy terco al que le gustaba que lo obedecieran, yo para nada era un niño pequeño y desde el momento en que tomé el control de la constructora las cosas cambiaron porque ahora no tenía miedo de desafiarlo con la mirada, no tenía por qué ser sumiso ante el cómo cuando era adolescente. Siempre fue un hombre muy estricto con nosotros, sin embargo, Roberto jamás fue el hijo modelo para él.
Hablé con mi padre sobre el futuro de la constructora, en unos días me reuniría con los clientes de los proyectos que teníamos agendados para los próximos meses, estábamos a punto de cerrar el primer semestre del año, era crucial de que pudiera convencerlos de no cancelarlos y no dejarse llevar por la creencia de que pasará lo mismo que el derrumbe de plaza Antara. Ya se había indemnizado a las familias de los trabajadores afectados, faltaba la reunión con Beraín, para negociar lo del seguro de la construcción, tenía intención de alargar lo más posible ese asunto ya que estuve revisando toda la noche los videos disponibles del incidente, los planos de Alcázar, la carpeta de informes de construcción y no había nada fuera de lo común, lo que si me llamó la atención que durante una entrevista a uno de los trabajadores que se encontraban cerca de la zona de derrumbe dijo haber escuchado una explosión al momento de que todo ocurriera, eso me hacía pensar muchas cosas, contraté un equipo especializado para que investigarán las verdaderas causas del derrumbe, necesitaba proteger mi patrimonio y reputación, en caso de que Beraín se haya querido pasar de listo creando un derrumbe en su propia plaza comercial, la moneda giraría hacía el otro lado y se arrepentiría por haberse querido burlar de mí.