Pov. Anna. La señora dejo las cosas y siguió cocinando. No tenía idea de lo que hacían, pero parecía que habían hecho el almuerzo y ahora terminaban con un poco más de comida. — ¿Tienes alguna herida? —negué. — No que yo sepa —afirmó y limpio mi ceja. — Tendrías que irte a bañar —mis ojos se llenaron de lágrimas. — No quiero irme lejos —sonrió. — Es gracioso que siendo gemelas tengas reacciones tan diferentes, tú hermana toda descontrolada y tú —me observó —, casi ausente —me queje por el contacto —¿Qué te preocupa? — Sabes igual que yo que puede morir —susurré —, el llamó a su madre. — Lo sé, pero no lo hará, lo escuchaste, tu padre será el encargado de golpearlo —la miré —. Sabes bien que no lo hará. El sujeto se puso frente a una bala por ti, al igual que lo hizo L