Días después.
Jacques fue dado de alta, Mario Molina puso una sirvienta a su servicio para que lo cuidara.
Pero, él no hacía más que quejarse de que ni Egan, ni Grecia lo habían visitado.
Egan apareció al tercer día, cuando Jacques supo que estaba ahí, estaba feliz.
—Gracias por venir, amigo.
Egan le dedicó una sonrisa fría, era como si algo malo hubiese entre los dos, pero fingió estar bien, solo por verlo enfermo.
—¿Cómo estás?
—Mejor, Grecia no quiso venir, ¿verdad?
—No es eso, hoy se casa su hermano, así que está alistándose, le prometimos ir.
Jacques asintió.
—Me alegro de que estén bien juntos y que mis problemas no les hayan afectado, no quiero ser una carga para ti.
Egan tomó una tarjeta de su bolsillo, la puso sobre la mesa de noche.
—Te he conseguido una cita con esta
