Capítulo 4: Te desprecio

1479 Words
Él notó que los ojos de la chica se ensancharon, un rubor cubrió su rostro, Grecia no esperaba más humillaciones, tampoco se dejaría, no estaba dispuesta a tolerar insultos. —Por lo menos sé usar el cerebro, ¿Olvidas que gracias a mí no estás en la inopia? —¿Disculpa? —Disculpa aceptada —dijo irónica, con una sonrisa socarrona, Egan la miró con rabia. «¿Quién se ha creído está mujer?», pensó —Ten cuidado, patito feo, o te juro que sabrás quien soy —espetó frustrado porque se sintió ofendido, sin querer la acercó más a su cuerpo, ninguno de los dos lo notó. —¡Ay, ternurita! Anotaré tus amenazas en mi libreta de cosas que no me importan. Egan la miró con ojos pequeños, estaba rabioso. La música terminó y ella se alejó de él dejándolo ahí, abandonado, con todas las miradas encima de gente murmurando que algo pasaba. Los ojos de Egan se abrieron casi como si fueran a salir, se quedó perplejo, sin poder creerlo «¡Se largó! Me dejó aquí parado como una estatua, toda la gente me mira, ¡qué humillación!», pensó, él no estaba acostumbrado a ese trato. Egan Montenegro tenía a todas las mujeres de la ciudad a sus pies, ahora estaba ahí, siendo él dejado atrás por una mujer que no era la más agraciada en su opinión, y, además, era su esposa. Él sonrió con falsa naturalidad. Caminó hasta una mesa de bebidas, tomó un whisky doble, trataba de olvidarse del mal rato. Jacques caminó hacia él. —¿Parece que tu esposa es muy complaciente? Egan lanzó un quejido de rabia. —Ya búrlate, por favor, ahórrame la indignidad, ya sé que es horrenda. Jacques lanzó una carcajada. —¿Horrenda? Pues… no es tan fea, es pequeña, no se sabe vestir, carece de buen gusto o estilo, pero, es una fierecilla, bueno, tiene la edad de tu hermanita, es normal que no le encuentres el gusto, supongo que esta noche podrás encontrarlo, pero, uno nunca sabe que encontrará bajo esas telas, ¿tal vez algo que muerde? —Jacques explotó en risas. Él lo miró severo, de pronto, se quedó pensando en la noche de bodas. «¡no tocaré a patito feo, ni por el oro del mundo!», pensó —¡No habrá noche de bodas! —sentenció Egan —Yo puedo darte tu noche de bodas. Al mirar atrás encontró a Loreen, era una chica seductora y bella, quien no dudó en abrazar de la cintura a Egan despertando en él una ligera erección que lo avergonzó, mientras una deliciosa sensación recorrió su cuerpo. Loreen y Egan fueron amantes clandestinos unas cuántas veces, aunque nunca fue la chica de sus sueños, —¿Quieres venir esta noche conmigo a consolarme? —Y yo que lloraba porque te había perdido, bebito, claro que sí, está noche, en tu cama, yo te daré tu noche de bodas. Él sonrió, ella intentó besarlo, pero él la alejó, Egan supo que no podría llegar tan lejos en su propia boda. Zafiro se acercó a ellos. —Egan, ven ahora mismo —sentenció molesta, adelantando el paso. Egan la siguió poco después de verla irse. Al legar al mismo salón, Egan escucha a su madre Zafiro, estaba humillando a Grecia, él se quedó parado en el umbral de la puerta, y sintió algo de pena por la joven. —Mi hijo es tan guapo que cualquier mujer moriría por un poco de su atención, ¿y tú? Mírate, Grecia, eres fea, si no fuera por tu dinero, mi hijo jamás estaría contigo, ¡que te quede claro! Así que, sé una buena esposa, lucha por el amor de mi hijo. —Yo no lucharé por nada, menos por su hijo, que lo que tiene de guapo, lo tiene de idiota, y si quiere dejarme, que me deje, a ver como sobreviven sin mi dinero, o muéranse de hambre, suegrita —espetó Grecia con una sonrisa burlona, que puso los nervios de punta en la mujer, Zafiro se quedó perpleja, Egan estaba impactado. Grecia estaba dispuesta a irse, cuando vio a Egan, lo miró con desafío, y lo empujó a un lado para poder salir, aunque sintió la mirada de rabia de él, «¿Y yo que sentí algo de compasión? Pero, ya veo que este patito puede defenderse por sí misma» —¡Egan, vas a enloquecerme! —exclamó Zafiro —¡Ay, por favor! —Te vi con Loreen, ¿Qué haces? —Bueno, ¿A quién le dan pan que llore? Zafiro hizo un gesto de fastidio. —Escúchame, ¿no puedes fingir un poquito de amor por Grecia? —¡No! —aseveró—. No miento, no puedo, es fea, no me agrada, si tan solo fuera mansa como un pajarito, me agradaría, pero está niña se ha convertido en una piraña a la que ya casi también temo, así qué no puedo —sentenció —Hijo, hazlo por su dinero —Zafiro acunó su rostro, los ojos de su hijo se clavaron en ella, severos. —¿Qué dijiste? Zafiro sonrió como el gato de Cheshire, pero la mirada de Egan se volvió recelosa —Grecia vale cuatrocientos millones de euros. Egan frunció el ceño, impactado —¿Qué? ¿Cómo lo sabes? —Vi su patrimonio, asciende a ochocientos millones de euros, pero está dividido entre ella y su hermano, además su ingreso anual es de casi cincuenta millones de euros al año, ¿sigues sin verla hermosa? Egan se sintió molesto. —Ya basta, madre, no quiero que papá sepa lo que Molina y tú hicieron con el préstamo y que provocó nuestra bancarrota. —Hijo, estoy tan arrepentida de lo que pasó. —Demuéstralo, por favor, no seas tan descarada hablando de Grecia, puede ser que no la soporte, pero que la veas como una chequera, me repugna —sentenció Egan se fue, recordó lo que lo orilló a llegar a ese matrimonio sin amor. Su madre, socia en la naviera, y Mario Molina su financiero hicieron un mal negocio, aceptaron hacer un negocio con una empresa a la que su padre se negó a trabajar, salió fatal cuando descubrieron que la empresa era ilegal, se llevaron los barcos junto a su mercancía, la empresa fue multada, y perdieron dos barcos. Ahora estaban en la bancarrota, su padre no lo sabía aún, Egan pensó que podría morir de decepción al saberlo. Egan fue hacia la pista de baile, Loreen tomó su mano, lo llevó a la pista, bailaron por varias canciones con alegría. Grecia estaba sentada en una silla, con un gesto aburrido, la gente murmuraba sobre los novios, ya comenzaban a hacer ideas de divorcio, ver al novio bailando con otra y a la novia sentada como estatua en una silla no era una buena referencia. —¿Bailas conmigo? Grecia alzó la vista y vio a ese hombre, le recordó a su padre, sonrió, y asintió. —No nos habían presentado, me llamo Fabian Montenegro. Grecia cayó en cuenta de que ese hombre era su suegro. —Mucho gusto. —El placer es mío, disculpa a mi hijo, solo tuve un varón, y salió un poco tonto. Grecia rio de sus palabras. —Le diría que está equivocado, por compasión, pero usted se ve tan respetable que merece la honestidad. Fabian Montenegro rio de sus palabras. —Así es, cuando uno va con la bandera de la honestidad, Grecia, nadie puede mentirte, aquellos que mienten, en realidad, se engañan a sí mismos —dijo el hombre, que tendría por lo menos algunos sesenta años. El hombre miró a su hijo, Egan sintió la mirada, se quedó perplejo, al ver a su padre bailar con Grecia. —Si nadie te dio tu lugar en la familia Montenegro, te pido perdón, corregiré nuestro error —dijo Fabian Grecia se quedó confusa. Pero, Fabian la llevó hasta Egan y su pareja. —Señorita Belden, ¿podría reprimir sus deseos de llamar la atención y dejar que estos dulces novios bailen, por favor? Loreen se puso tensa, bajó la mirada, huyó del lugar. —Toma a tu esposa, y baila con ella, es la única con la que bailarás el resto de tu vida, ¿entiendes? ¿No te cansas de ser una vergüenza en mi vida? —dijo Fabian con severidad Egan no fue capaz de responder nada, odiaba que su padre fuera severo con él, aunque sentía que se esforzaba por ser mejor para enorgullecerlo. Obedeció. Tomó la mano de la mujer para bailar, sus ojos se encontraron fijamente, Grecia sintió que su agarre se volvió fuerte, tanto que se quejó. —¿Qué mentiras dijiste a mi padre? —preguntó—. No sabes cuánto te desprecio, querida esposa —dijo con enojo e ironía.
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