Durante las próximas horas, Abby estuvo atendiendo a clientes que entraban y salían del restaurante.
—Buenas tardes— Dijo Abby al acercarse a la mesa que le correspondía.
—Buenas tardes, tráiganos un capuchino por favor — Dijo el hombre.
—¿Desean algo más?— Pregunta Abby con amabilidad.
De repente aquel hombre sube la mirada, parecía ser que había escuchado esa voz en otro lugar.
—¿Tú otra vez?— Se preguntaron los dos al mismo tiempo.
—Veo que pudo conseguir trabajo— Dijo riendo.
—Si, hay personas que no son como usted— No dudó Abby en responderle.
—¿La conoces?— Pregunta su acompañante.
—Si, es una chiquilla mal educada— No dudó aquel hombre en responderle.
Abby se retiró de la mesa, fue por los dos capuchinos y pocos segundos después regresó a la mesa.
—Aquí tienen sus capuchinos— Dijo Abby.
—¡Muchas gracias!— Se limitó a responder.
Mientras Abby ponía el capuchino del hombre con el que se había topado todo el día, sin querer lo derramó sobre la mesa, una vez más, lo había manchado.
—¿Qué te pasa?— Pregunta aquel hombre un poco enojado.
—Lo siento mucho, no fue mi intención, se resbaló de mi mano— Dijo muy angustiada.
Rápidamente el dueño del restaurante, se acerca y pide disculpas en nombre de Abby.
Abby regresa a la cocina muy nerviosa, no fue intencional derramar una vez más una bebida sobre aquel hombre.
Unos minutos después, el dueño del restaurante regresó a la cocina.
—Estás despedida, aquí tienes cincuenta dólares— Dijo el dueño.
—Señor no puede echarme por eso, fue un accidente— Decía Abby en su defensa.
El dueño del restaurante no dijo nada más, Abby entendió que debía dejar el lugar, así que, tomó si bolso y sus cincuenta dólares.
Una vez más, Abby estaba desempleada y preocupada por sus excesivos gastos.
Regresó a casa un poco decepcionada de sí misma, no podía creer que su suerte haya estado en las manos de un desconocido.
Abby entra a la habitación de su hermana y madre, ella sin la motivación perfecta para salir adelante.
Después de tomar un ligero baño, Abby baja a la cocina y se prepara un sándwich, en ese momento llega su amigo Charlie.
—Buenas noches, ¿Cómo te fue hoy?— Pregunta Charlie.
—No muy bien, conseguí trabajo y en pocas horas lo perdí— Le respondió con un nudo en la garganta.
Charlie le da un ligero abraso a Abby, como amigo puede entender su desesperación.
—Mañana será otro día, por favor descansa, voy a ver a tu hermana y madre— Dijo Charlie.
Abby se fue hasta su habitación, se acostó mirando hacia el techo, Abby sabía que tenía la gran solución en sus manos.
La mañana siguiente, después de una rutina diaria común. Abby se preparó y regresó a la farmacia privada de donde había sido despedida.
Después de aproximadamente media hora esperando a su ex jefe, finalmente la recibió en su oficina.
—Abby aún no han pasado los diez días para entregarte tus prestaciones laborales— Dijo rápidamente el ex jefe.
—Ya lo se Sr.Fonseca, he venido por otra cosa— Le responde con mucha timidez.
—¿Cambiaste de opinión?— Pregunta con una gran sonrisa mientras se levanta de su silla.
Abby respira profundo antes de responder, pero definitivamente no era una opción retroceder.
—¡Si señor! Pero antes, quiero saber a lo que me enfrentaré— Pregunta aturdida.
—Es simple, quien pague más dinero por ti, será tu dueño durante dos años — Se limitó a decir.
Abby pensaba en su mente ‘Creo que puedo con eso’ pero dos años podrían ser un infierno para ella.
El Sr. Fonseca toma una pequeña tarjeta de encima de su escritorio y la entrega a Abby.
—Está noche debes ir a este lugar, allá te vestiremos y maquillaremos— Decía mientras tomaba asiento nuevamente.
Abby salió de la oficina sin decir nada más, su corazón latía tanto que sentía que se iba a salir de su cuerpo.
Abby sabía que estaba a punto de comentar el peor error de su vida, pero sabía que su madre y hermana merecían vivir.
Después de aquella decisión, Abby estuvo sentada en el parque por un largo rato, sentía tantos nervios que ya su rodilla no le respondía, debía descansar.
Unas pocas horas después, al llegar a casa, Abby se encuentra con Charlie, no duda en correr hasta el y abrazarlo.
—¿Qué te pasa Abby?— Pregunta un poco preocupado.
—Estaré bien, lo importante es que mi madre y hermana sobrevivan a esto— Le respondió.
—¡Mi querida Abby! Solo piensas en ellas, no te has detenido ni un minuto a pensar en ti—
—No tengo que pensar en mi, solo quiero verlas abrir los ojos nuevamente—
—Abby no está mal que pienses en ellas, peor te has olvidado de vivir y le preocupa—
—Charlie te preocupas demasiado, por eso te quiero tanto, no se que haría sin ti— le dice mientras le da un cálido abrazo.
Charlie observa fijamente a Abby a los ojos, sabe que en su alma hay una gran tristeza.
—Abby soy tu amigo pero sabes que estoy enamorado de ti, me gustaría hacerte feliz, hacerte reír— Confiesa inesperadamente.
—Charlie ya sabes lo qué pasa por mi mente, no puedo pensar en un amor ahora, prefiero seguro viéndote como amigo— Le responde tajantemente.
Charlie tenía claro cuáles eran las metas de Abby, por lo que una relación amorosa, podría distraerla.
—Siempre estaré aquí para ti, espero que un día me voltees a ver, mientras eso pasa, aquí tienes un amigo— Le dice de corazón.
Abby se despide de Charlie, se va a su habitación y se tumba en la cama, da tantas vueltas que es evidente que no poder conciliar el sueño.