El café derramado.

1068 Words
La mañana siguiente, Abby se dirigió a comprar un periódico, estaba interesaba en ver las secciones de trabajo. Mientras caminaba buscaba a la misma vez trabajo en el periódico, iba un poco distraída, no se percató hasta qué tropezó con un hombre. Abby hizo que el café se derramara en aquel traje caro azul. —¡Lo siento señor!— Dijo asustada. Aquel hombre solo miró su traje y luego la miró detenidamente, una chiquilla había hecho que su café ensuciara su exclusiva vestimenta. —¿Puede mirar por donde camina? ¿Se puede imaginar lo caro que es este traje? La tintorería cobra mucho dinero por entregarlo limpio— Fueron las palabras rectas de aquel hombre. —¡Señor lo siento tanto! Estaba leyendo y me distraje un poco— Le respondía con pena. —Debería pagarme lo que cobran por lavarlo, después de todo ¿A que persona se le ocurre leer mientras camina por la calle?— —¡A mi!— Dijo con una sonrisa tímida. Abby decidió que era mejor correr, estaba en un grave un problema, corría sin mirar atrás, hasta que supo que ya no era necesario. Abby se quedó un poco agitada, recordó lo que buscaba en el periódico, y vio un anuncio que estaba cerca del lugar. Trató de recomponerse lo mas pronto posible, nuevamente retomó el camino con precaución, no quería encontrarse con aquel hombre al que le había dañado el traje. Unos veinte minutos después, Abby entra a una gran empresa, sus instalaciones son enorme. En todas las paredes hay aviones dibujados, y algunas obras maestras en esculturas, era muy impresionante. —Buenos días señorita, vengo por el anuncio del periódico, vi que necesitan una asistente— Dijo a la chica de recepción. —¡Así es! Sube al tercer nivel, puerta 1B— Le indicó la recepcionista. Abby toma el ascensor hasta el tercer piso, al caminar un poco ve qué hay algunas personas candidatas al puesto. Incluso ve que sus vestimentas son formales, mientras que ella viste unos jeans con una blusa roja, y unos zapatos sin tacones. Abby no se intimida, sabe que necesita trabajar y eso es todo lo que le importa. Durante aproximadamente tres horas, Abby estuvo esperando su turno, cuando por fin llegó, respiró profundo. Las chicas anteriores a ella, habían sido rechazadas, así que, aún tenía la esperanza de poder convencer al entrevistador. Abby pasó a la oficina, no era necesario que la anunciaran, tan rápido salía una persona, entraba otra. —Buenos días— Dijo Abby con timidez. No había nadie sentado frente al escritorio, Abby mira a su al rededor y nota que la oficina está vacía, hasta que otra puerta se abre. Abby y aquel hombre hacen contacto visual repentinamente. Es un hombre de ojos verdes, pelo rubio, alto y fuerte, con apariencia hermosa. —¿Tú?— Le pregunta el hombre. —No lo puedo creer, ¿Eres tú quien vas a entrevistarme?— Le pregunta con ironía. —No voy a entrevistarte, puedes marcharte de mi oficina— Le pidió con amabilidad. —¿Qué? ¿No va a entrevistarme por un café derramado?— Preguntó indignada. Abby se sentía indignada, pensaba que la mala suerte la perseguía. —No es por el café derramado, es porque eres una chiquilla mal educada e insolente— No dudó en decirle. —Ja, usted es un hombre con falta de profesionalidad— Dijo sin rodeos y sin miedos. Aquel hombre solo sonríe, sabe que está ante una mujer que difícilmente se pueda quedar callada. Abby saca de su bolso informal 20 dólares y lo pone sobre el escritorio. —Para que lave su traje tan elegante— Dijo con sarcasmo, seguido de eso se marchó sin mirar atrás. Abby no podía creer que se haya topado con la misma persona con la que había tenía el mismo incidente. Abby toma el ascensor y llega al primer nivel, cuando intenta salir, los guardias de seguridad se lo impiden. —Señorita no puede marcharse, debe regresar a la oficina— Dice el guardia fortachón de seguridad. —¿Qué? ¿Volver?— Pregunta riendo. —Si, debe hacerlo, o de lo contrario no podrá salir— Dijo con seriedad el guardia de seguridad. —Ja, esto es absurdo— Dijo mientras intentaba salir. Era más que claro que Abby no podría dejar las instalaciones, así que, un poco enojada por la situación, regresó a la oficina. —¿Qué le pasa señor?— Pregunta sin ni siquiera anunciarse. —Veinte dólares no es suficiente, mejor deje cien dólares en mi escritorio y así podrá marcharse— Dijo aquel hombre tranquilamente en su silla. Abby se ríe levemente, sabe que está en una situación difícil, entra su mano en el bolso y saca todo lo que tiene enrolado. —¿Es todo? Te faltan diez dólares— Dijo a la simple vista de ver el total del monto. —Es todo lo que tengo— Dijo con seriedad, al mismo tiempo que tragaba hondo. —¡Está bien! Le perdonaré el restante, puede marcharse— decía mientras se levantaba de su silla. Aquel hombre tan arrogante y misterioso a la vez, caminó hasta la puerta y la abrió, Abby salió sin decir nada más. Esta vez pudo marcharse sin ningún problema. Pero estaba inquieta, lo único que tenía tuvo que pagarlo. —¿Qué haré ahora?— Se preguntaba así misma. Abby sabía que estaba en problemas, debía cambiar las máquinas de su madre y hermana, pero le faltaba la plata para hacerlo. Lo que hizo Abby fue buscar trabajado toda la mañana, hasta que en hora de la tarde, por fin había podido encontrar un trabajo informar. Abby vio un letrero que decía: ‘Se busca empleada’, no duda en entrar y preguntar por el empleo. —Buenas tardes, vengo por el trabajo— Dijo un poco acelerada. —Buenas tardes, serás la camarera, ponte tú delantal, debes tratar con respecto a los clientes— Dijo el dueño. —Pero ¿Así de fácil?— Pregunta un poco confusa. —Hay mucho trabajo por hacer, ¿Cuál es su nombre?— —Me llamó Abby ¿Y usted?— —Me llamó Marcos— Finalmente dijo. Abby se coloca su delantal, le dan un pequeño entrenamiento de lo que debe hacer. Sin ni siquiera preguntar sueldo, toma el trabajo.
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