–¡Diamonds! – alguien grita mi nombre mientras engullo un bagel con café. No he tenido tiempo de desayunar en casa esta mañana, porque me he mantenido ocupada, primero con la entrevista con los señores Shein y Williams, por el caso de Ámbar Shein. Trago el trozo de harina que he logrado masticar a duras penas, para responder y la voz que me llama, aparece frente a mí, en la entrada de mi cubículo. –¿Qué quieres, López? – le pregunto a mi amigo y compañero de trabajo. –Me he retrasado esta mañana, porque mi auto se averió y perdí el autobús – se desploma en una de las sillas frente a mí y me roba un trozo del pastelillo. –¿No será que se te pegaron las sábanas? –Para nada, un hombre soltero y responsable como yo, no tendría razón pa