–¿Y tú, a dónde crees que ibas? – me acerco hasta ella y la miro con asco. Está toda sucia de lodo, tiene sangre en una pierna de una herida que se ve infectada y parece haber salido del mismo infierno. Con su vestido sucio y descalza, brinda la imagen de ser una pordiosera, y yo no hago más que sentir asco por ella. Todavía no descubro qué fue lo que Derek pudo ver en una mujer tan falta de gracia. Diferente a mí, que soy glamurosa y exquisita, ella es una barrial, hasta salvaje me atrevería a llamarle. –¿A caso no vas a hablar? – le cuestiono con gesto duro, al ver que no me responde. Ella no hace más que verme con ojos de venado a punto de ser atropellado, por lo visto por el shock de encontrarse conmigo. Como no dice nada, tiro de su brazo de manera tosca, para llevarla