Retomamos el camino hacia la casa de Higgs en silencio. Yo no tengo nada que decir y en verdad, prefiero que sea así y no llenar el espacio con palabras tontas, o cursilerías que ninguno de los dos sentimos, al menos, no yo. López toma el desvío en la autopista para sumergirnos en una parte de la ciudad que es totalmente desconocida para mí. Es increíble cómo el panorama cambia, a pesar de que estamos bastante cerca del río Hudson. Las casas no son como las imaginaba, viejas o destartaladas, por el contrario, son muy buenas edificaciones, cuidadas, y con mucha vegetación. –¿Estos son los suburbios? – Es la primera frase que pronuncio desde nuestro idílico encuentro. –Sí, bastante bonito, ¿no? – me responde con soltura. –Vaya que sí… Sigue conduciendo y como ya es