¿Entrarás?

1292 Words
"No le diré a nadie. Supe que era usted desde el primer instante que entré en su consultorio. Su voz es algo que no olvidaría. Su fragancia cuando me abrazó aquella vez es algo difícil de olvidar y la reconocí justo cuando me entregó mi bastón. No solo eso, su perro aún se llama Deysi. Recuerdo que le dijo: 'Deysi, vámonos'. Ella se giró y antes de que pudiera hablar, ella comenzó a caminar hacia la salida. ''No le diré a nadie su secreto, y lamento que sus padres hayan sido malos con usted, Damián. Por cierto, búsqueme en una semana en el hospital". Ella salió, dejándome con un millón de dudas más. Deysi salió del baño y se paró al lado de mí. Me senté en el sofá y ella dejó caer su cabeza en mis piernas. "¿Qué piensas de ella, Deysi?" le pregunté y ella solo me vio con sus lindos ojos. Le acaricié el lomo. "¿Crees que no le dirá a nadie quién soy?" pregunté. "Guau", respondió ella. "Sabes que no hablo idioma perro. Además, estoy hambriento. Necesito carne. La que tengo en casa está por acabarse. ¿Dime a quién nos comemos ahora? Cuando veas a alguien apetecible, sólo dímelo, ¿sí?" Ella dejó caer de nuevo su cabeza en mis piernas hasta que tocaron a mi puerta. Me puse en pie y fui a abrir la puerta. "Damián, ¿quieres salir a almorzar con nosotros?" preguntó Emma, una de las doctoras que trabajan en este lugar. "Claro, Deysi, vámonos". Odio a estos idiotas, pero debo mantener una vida social o terminarán por descubrirme pronto. No puedo arriesgarme. Mucho me he arriesgado ya con esa niña llamada Rachel. Como siempre, fuimos al mismo restaurante. "Tu perra me pone nervioso. ¿No puedes dejarla en tu casa?" preguntó Elith, otro idiota que se cree doctor. Deysi comenzó a gruñir. "Cálma a tu estúpido perro", se alejó de nosotros. "Ya, Deysi", le dije. "Lo que pasa es que tiene hambre. ¿Elith, quieres alimentar a mi perro? Has engordado", dije y los demás doctores que estaban con nosotros se echaron a reír. "Es que me he alimentado bien últimamente, no me interesa alimentar a tu estúpido perro", dijo viendo con desprecio a Deysi, quien solo se recostó en el piso. "Pareciera que le tienes miedo a mi linda amiga", agregó. "¿Amiga? Esa cosa es una bestia", respondió él. "Todos los perros esperan un alfa, creo que tú no serías el alfa ni de un chihuahua", dije, y todos se rieron. "Además, Deysi quiere que la alimentes". Todos nos sentamos a la mesa. La mesera se acercó a nosotros. Ya ni nos preguntan qué vamos a ordenar, siempre nos pregunta: "¿Lo mismo de siempre?" Pero en esta ocasión, esa misma mesera no estaba, sino su reemplazo, un dulce bombón muy rellenita y con un trasero de tentación. "Buenas tardes, mi nombre es Dalila. Yo los atenderé ahora. ¿Desean ordenar?", preguntó ella. "Oye, gorda, tráenos lo que comes para estar como tú", bromeó Elith. "¿Disculpe?", preguntó la mesera. "No le hagas caso, trae tres del platillo principal y una... ¿Ensalada de nuevo, Damian?", preguntó Elba. "Sí, soy vegetariano", dije, aunque mi vista no se despegaba de la joven mesera. Muero por abrirla y sumergirme en ella. Creo que he quedado flechado. Además, estoy hambriento. Me pregunto: ¿Qué sabor tendrán esos muslos y esos melones? ¿Será dulce o amarga? ¿Con qué la acompañaré, con vino tinto o blanco? ¿Qué parte le gustará más a Deysi? "Muy bien, si necesitan algo más, pueden pedirlo", dijo ella mientras se iba. Yo me giré para ver ese maldito culo que quiero frotar y nalguear esta misma noche. "¿Damian, te gustan las gordas?", preguntó Elith. "¿De qué hablas?", pregunté. "De la mesera, la mirabas como si quisieras follártela sobre la mesa. Solo mirala, qué asco, mucha grasa. Me gustan más las de 90-60. Esas sí están más hermosas", dijo Elith. "Eres un asqueroso, Elith", dijo Alba. "Me gustan las gordas. ¿Qué hay de malo en eso?", pregunté, y las chicas se quedaron calladas, pero Elith solamente rió. Unos minutos después regresó la mesera con nuestros pedidos. "¿Desean algo más?" preguntó. "Si, mi amigo quiere tu número, dice que eres muy bonita." Bueno, me facilita el tener que pedir su número. "¿Está jugando verdad?" preguntó ella viéndome, y demonios, sus mejillas sonrojadas se ven tan bien, ya quiero verlas más enrojecidas después de ver todo lo que le haré. Negué con la cabeza, y ella se puso aún más roja, terminó yéndose. "Te apuesto a que es virgen, ¿quién la va a pelar? ¿Cuánto pesará, unos 120 kilos?" rió Elith. "No, como 100 a lo mucho", dije y todos se me quedaron viendo. "Hablando de cosas más dulces, nos enteramos de que serás el nuevo terapeuta de Rachel", dijo Emma. "Sí, ¿qué saben de ella?" pregunté mientras comenzaba a comer mi ensalada. "Ella siempre vuelve, ya se había tardado, ya pasó por todos los terapeutas", dijo Alba. "Sí, el último fui yo, no logré sacarle nada, esa niña no habla con nadie", dijo Rogelio. "Sí, escuché que siempre que viene a terapia, a la semana cae de nuevo al hospital, siempre pasa lo mismo", dijo Elith. "¿Por qué?" pregunté. "Su padre dice que tiene muchas marcas en el cuerpo, pero nunca las hemos visto. Cuando llegó a mi terapia, ella intentó quitarse la vida con pastillas. ¿Con qué trato esta vez?" me preguntó Rogelio. "Se cortó las muñecas", dije. Creo que el secreto profesional doctor-paciente no se aplica en estos idiotas. "Me pregunto si esta vez lo logrará...", dijo Rogelio. "Pobre chica, ha de haber sido muy traumático saber cómo murió su madre. Dicen que la encontraron caminando por las calles de la privada donde vivía su mamá, ella estaba realmente sola." "No creo que eso la haya traumatizado", dije, aventando las sobras a Deysi. "Solo imagina, su madre era psiquiatra en un hospital para locos, pero dicen que uno de sus pacientes se la comió, nunca lo encontraron. De hecho, su madre tenía un consultorio en estas instalaciones, pero no venía mucho, por eso su padre la trajo aquí porque creyó que los amigos de su ex esposa podrían ayudar", dijo Emma. "¿Pero qué hay de los rumores sobre Raquel, la madre de Rachel? Se dice que ella hacía cosas muy locas en ese hospital psiquiátrico. Dicen que ella ordenaba someter a los pacientes a electrochoques para ver cuánto su psiquis podía soportar. Y no solo eso, también experimentaba con los mayores miedos de los pacientes. Pero no contó con que uno fuera más inteligente que ella y se la comiera", dijo Rogelio. Desconocía esos rumores sobre mi doctorcita. "¿Tienen las llaves de su consultorio?", pregunté. "El consultorio aún está siendo pagado por su ex esposo. Creo que las llaves las tiene el intendente, ya que él entra para limpiar", dijo Emma. "Bien", dije. "¿Entrarás?", preguntó Elith. "Su hija es mi paciente. Entraré. Creo que su madre también pudo haber experimentado con ella. Quiero saber el origen de sus marcas''. Nunca me ha interesado un paciente. No sé por qué ahora lo hago Duramos un rato más comiendo. Después pedimos la cuenta. Siempre nos turnamos para pagar, y esta vez era mi turno. Fui a cajas a pagar, y en el reverso del ticket venía el número de teléfono de Dalila. Sonreí y la busqué con la mirada. Ella sonrió cuando nuestras miradas hicieron contacto visual. Después le hice señas de que la llamaría. Esta noche cenaré como los grandes.
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