★ Simón Todos me ven como un maldito idiota, un tipo al que pueden manejar con solo una cara bonita. Creen que, con una sonrisa coqueta, tienen poder sobre mí. Pobres ilusos. Con fuerza, dejo caer el primer azote sobre la mujer amarrada en mi cama, su piel está expuesta en el aire. Su cuerpo tiembla, el sonido del cuero al golpear resuena en la habitación. Mi mano ya está enrojecida, ardiendo, no sé cuántas veces la he golpeado. Su culo, cada vez más rojo, es testigo mudo de mi frustración. Pero nada de esto me satisface. Ni sus gemidos ahogados ni las lágrimas que intenta contener detrás de la mordaza. Golpeo sus muslos con la regla de metal, pero por más que lo intente, no siento nada más allá de un vacío insaciable. No hay emoción, no hay deseo, solo yo y una puta más, una más en la