Capítulo 4

1468 Words
Kate se quedó en su coche alquilado hasta que todos se fueron, de todos modos no tenía nada que hacer y los únicos buenos recuerdos de aquella ciudad habían sido construidos junto a Helen, pero ella ya no estaba. Kate no había tenido mucho contacto con Nick, pues consideraba que Helen podía buscarse un hombre millonario con el cual casarse en vez de estar perdiendo el tiempo con ese muerto de hambre, y su amistad era algo que realmente no le interesaba, pero en aquel momento estaba segura que ese hombre era Nick. —Tal vez deba hablar con el. —pero ¿sobre qué? Solo se habían visto unas tres veces o tal vez menos y tal vez el ni se acordara de ella. Avanzó en su dirección pero se detuvo al ver que alguien sospechoso se le acercaba, empezó a grabar con su móvil por si algo raro ocurría, pero no lograba escuchar nada, tal vez solo era una charla con algún otro familiar de Helen. Cuando vio que los dos hombre tomaban caminos diferentes, corrió para alcanzar a Nick pero éste se dio la vuelta y ella se ocultó detrás de un coche. —Sospechoso , sospechoso. Nick se subió en el coche con el otro desconocido, Kate corrió hasta su coche y cuando ellos se marcharon ella empezó a seguirlos. Después de varios minutos ellos se detuvieron frente a una casa, ella siguió y se detuvo unos metros más adelante. Se colocó el sombrero de modo que le cubriera un poco más el rostro y los lentes. Se bajó del coche y caminó despacio hasta la entrada del portal donde estaban ellos. Y esperó. Nick no estaba muy seguro de la decisión que había tomado, pero allí estaba. Entró a la casa con un poco de temor, pero estaba decidido. No iba a llegar hasta allí para luego no entrar y tener aún más dudas. —Estamos en casa. —dijo Joseph al entrar. Se quitó la capucha y las gafas y las dejó en la entrada. —¡No te levantes, nosotros iremos hasta allí! Joseph se adelantó a entrar para ver si ella estaba en condiciones. —¿Está aquí? —preguntó Helen susurrando. —Si, me costó pero está aquí. —fue al baño y trajo consigo un peine para arreglarle el pelo todo enmarañado. —lista, ya estás presentable. —después le abrió la puerta y entró Nick. —¿Hel...Helen? ¿Eres tú... de verdad? —su cara estaba un poco maltratada, con moretones debajo del ojo izquierdo y la mejilla izquierda también hinchada, aún le dolía un poco el oído pero lo que más había recibido daño habían sido sus costillas y su espalda. Pero para una persona que la había visto por años, era muy fácil darse cuenta de que esa mujer era ella. —Nick... no sabes cuanta alegría me da verte otra vez. —Nick se acercó a ella aún dudando un poco, pero era ella, era su voz; esa voz que pensó no volver a oír jamás. Tocó su pelo, su mejilla maltratada y rozó con sus dedos debajo de su ojo sano suavemente sintiendo su piel caliente. Estaba viva y no se trataba de ningún truco. —Helen...—sentía la emoción a flor de piel, pero la contenía, que gritar, saltar, cantar ,llorar, pero más que nada quería quedarse a su lado, dormir con ella en su pecho y abrazarla siempre. Cuidarla, seguirla amando y apartarla de todo el mundo para protegerla hasta de ella misma si era necesario . —Los dejo solos. —Joseph salió de la habitación dejándolos solos. Nick rodeó la cama y se sentó a su lado en silencio, la atrajo hasta su pecho y allí comenzó acariciarle el pelo nuevamente. Sin decir decir nada, dejándose llevar por la alegría de tenerla a su lado, de saber que estaba viva. Tenían muchas cosas que decirse, preguntas que hacerse, pero el tenía la sensación de que ya tendrían tiempo para eso, ahora era el momento para acariciarse el alma. Joseph se encontraba un poco fuera de lugar. Los acontecimientos de los últimos días parecían sacados de una película de acción. Aquella cercanía lo hizo sentirse un poco incómodo, tomó el tabaco y salió fuera de la casa. Hace meses que había dejado de fumar, casi un año, pero la situación estresante lo habían hecho volver, aunque no con tanta regularidad como antes. Encendió el cigarro y empezó a caminar frente a la casa. Escuchó a alguien correr y se giró de prisa para ver quien era. Una mujer de vestido n***o iba corriendo y mirando hacia atrás. —Nos estaba espiando. —corrió tras ella al darse cuenta y se le abalanzó hasta derribarla contra el suelo. —¡Suéltame! — Kate se defendió con los brazos, pero Joseph le sujetó las manos y ayudó a ponerse de pie. —Si gritas, te mato. — la tomó por la cintura y se sacó el arma , colocándosela en un costado. —camina despacio. —¿Quién eres? —preguntó Kate, deteniéndose frente la casa, no quería entrar. —No voy a entrar, gritaré. —Si gritas te perforo un pulmón, entra y no te resistas. —Kate entró despacio a la casa, se quitó los lentes para ver mejor el interior. —¿Quien eres? ¿Quien te envió y por qué nos has seguido? —No contestaré a nada porque no sé nada. —se mostró enojada y decidida a no hablar, pero cambió de opinión cuando el presionó la pistola en su frente. — Vine siguiendo a Nick, tu no se ni quien eres. Primera vez que veo tu cara. —¿A Nick? ¿Estabas en el funeral de Helen? —rió un poco al pronunciar la palabra funeral, que conforme pasaba el día le hacía más gracia, puesto que Helen estaba viva. —¿Por qué te ríes? Grandísimo estúpido ¡Ella era mi amiga! — gritó sin darse cuenta, escuchándose en toda la casa. —Cállate sino quieres que te amordace. Siéntate ahí y no te muevas. — unos pocos segundos después salió Nick de la habitación que quedaba a la derecha de la entrada y del salón, cerró la puerta tras él. —¿Qué pasa? —preguntó al salir, vio a Joseph con la pistola en la mano mientras le apuntaba a Kate. —¿Kate? —Nick dile a éste estúpido que deje de apuntarme con eso. —Sintió alivio al ver una cara conocida, se puso de pie para ir a donde el estaba, pero Joseph la detuvo moviendo el arma y haciendo un gesto con ella para que regresara a su asiento. —¿Quién es esta mujer? Nos estaba vigilando desde fuera, nos habrá seguido del cementerio, dice ser amiga de Helen, pero no me inspira confianza. Toma. — le dio la pistola a Nick para que siguiera apuntando. — No la pierdas de vista, ya regreso. — Entró a la habitación para hablar con Helen. —¿Que pasa fuera? — tenia los ojos medio adormilados, quiso incorporarse pero una ráfaga de dolor en las costillas la hizo quedarse en el mismo lugar. —No te muevas que te vas hacer daño. —la ayudó acomodarse nuevamente en la cama. — He atrapado a una tal Kate husmeando fuera de la casa. Lo siento, debí tener más precauciones. —¡¿Kate?! Vaya, eso si que es inesperado. ¿Donde está? —En el salón, pero no sabe nada, puedo decirle que se vaya y listo. —No... creo que quiero verla. —¿Estas segura? ¿Es de fiar? A mi no me lo parece. —No lo sé, pero quiero hablar con ella. Ha sido la que me ha metido en todo este lío. A todo esto, Joseph, muchas gracias. Se que te estás jugando el pellejo y no se como agradecerte. Me has dejado tu casa, estás siendo muy bueno conmigo, no se ni a donde podría haber ido. Muchas gracias. —Es lo menos que podía haber hecho, tienes esas pintas gracias a mi, al menos ya te va cambiando la cara. —¿Podrías hacerla pasar? Es hora de afrontar mis demonios. —Joseph salió y después trajo a Kate sujetada por un brazo. —No te dejaré sola con ella.—Se sentó en un extremo de la cama mirando fijamente a Kate, sin perderla de vista. Pasaron varios minutos hasta que Kate comprendió lo que estaba pasando, tenía a su amiga frente a ella, postrada en una cama, viva y mirándola como si con esa mirada pudiera decirle tantas cosas, con tan solo mirarla, y Kate lo comprendió. Su amiga estaba viva y era hora de aclarar las cosas.
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