Capítulo 8
Huyendo
Salí de la biblioteca y no volví a verlo, pero en ese momento la curiosidad me embargaba a tal punto, que sin darme cuenta al terminar mi segunda clase, fui hacia el lugar que él mencionó, yo sabía que estaba en la cancha de baloncesto, no obstante algo me impulsaba en ir a buscarlo, a pesar de que mi cerebro procesó mil y un resultados malos respecto a esa idea tan estúpida, pero no retrocedí porque yo no era una cobarde, quería saber lo que le ocurría a Elías y no estaba dispuesta a descansar hasta saberlo.
Avancé llena de nervios en busca de respuestas, pero justo antes de llegar a mi destino, tres chicas se interpusieron en mi camino… No sabía qué querían, pero algo me hizo llegar a la conclusión que no venían a saludarme porque yo les caía bien.
—Hola, Cherry, ¿cómo estás?—dijo la chica del medio en una posición bastante intimidante. Intenté mantener la calma para no hacerles ver que me estaba muriendo de miedo, pero era inútil, ellas estaban justo ahí por un motivo el cual no era bueno para mí.
—No me llamo Cherry, soy Alex. Y si me disculpas, tengo prisa—quise evadirla, pero ella se adelantó y como era más alta que yo obvio me iba a ganar.
—No he dicho que puedes irte, Cherry—mencionó con un tono amenazante—De hecho, estoy aquí porque tengo un pequeño problemita contigo y me gustaría resolverlo—explicó y eso me olía a algo lo bastante malo como para saber que si no escapaba, quizá me encontrarían en el baño muerta.
—No sé a qué te refieres, pero te agradecería que me dejes pasar, no quiero problemas—apunté y ella sonrió de manera maliciosa.
—Ups, la niña no quiere problemas—bramó—¿Sabes algo? El chico que golpeaste es mi novio y ahora yo te voy a enseñar a no meterte con lo que me pertenece—declaró.
Yo no podía creer lo que estaba diciendo, no sabía que Elías podía tener una novia, la cual debía detestarme por haberlo agredido, entonces, me haló del brazo con fuerza para lanzarme al suelo, caí deslizándome boca abajo, el golpe casi me deja sin aire, pero pude poner mis manos para amortiguar un poco, ella me sujetó del cabello halando hacia atrás, lo que me obligó a estirar las manos para hacer que me soltara, sin embargo, mis intentos fueron inútiles.
—¡Suéltame, Suéltame!— grité mientras me sacudía, una de sus cómplices me iba a tomar de los pies y le lancé una patada justo en el estómago, aproveché que se distrajo la malvada que me sostenía del cabello y clavé mis unas en su brazo, ella me soltó e hice lo más prudente, que era salir corriendo para alejarme de esas tres.
Escuché como ella profería maldiciones en mi contra y me seguían, no sabía que hacer en ese momento por lo cual opté por ir al pasillo que conectaba con la salida de emergencia, bajé las escaleras tan deprisa como mis pies me lo permitían hasta llegar a la puerta y empujarla con fuerza. Seguí corriendo, al tiempo que miraba atrás para asegurarme de que no me estaban siguiendo y de pronto sentí como si hubiera chocado con un muro de contención…
—Auch, rayos, ten cuidado por dond…—dijo la voz, pero yo estaba tan nerviosa que me puse de pie a toda prisa, quise correr, pero me detuvo para ponerme frente a él. ¿Qué rayos te pasa, por qué estás corriendo así?—preguntó Elías, yo lo observé sin poder tener la capacidad de responder, mi pecho subía y bajaba y el corazón latía fuerte palpitando en mis orejas.
Quizás era parte de una trampa, ellos sabían que yo correría en esa dirección y él me tenía bajo su poder para vengarse, lo que me hizo sentir más terror del que ya tenía. Me sostuvo por los hombros, viéndome a los ojos preguntando de nuevo.
—¿Qué te pasa? Alex, estás pálida, ¡dime por favor!—insistió y yo hice un movimiento rápido para que me soltara, pero no sirvió, ya que me volvió a sujetar.
—¡No, no, suéltame, eres un mentiroso, me quieres hacer daño y todo eso de las pases era una mentira!—le grité sacudiéndome para que me soltara.
—Alex, no tengo idea de que hablas, debes explicármelo para poder entender, yo…—no terminó de hablar cuando se escuchó la voz de esa chica que me estaba siguiendo para seguramente matarme y echarme en un contenedor de basura.
—¡Ahí está!—exclamó acercándose de prisa—Qué bueno, cariño, la atrapaste—habló canturreando, lo que me hizo entrar en pánico y hacer lo imposible para librarme de él, pero no estaba dispuesto a soltarme. Se aferró tanto a mi cuerpo, rodeándolo con sus brazos enormes que en un momento me di por vencida.
Ella extendió la mano para intentar agarrarme, pero lo siguiente que presencié me dejó sin palabras.
—¿Qué pretendes Alicia? ¿Por qué carajos estás siguiendo a Alex?—le exigió.
—¿Alex? ¿No era zanahoria?—se quejó con los brazos cruzados—Qué yo sepa esta pecosa horrorosa, te rompió la nariz, ¿Ahora por qué la defiendes?—le reclamó. Él seguía sujetándome como si de un escudo se tratara, dándome esa impresión de que no quería hacerme daño, al contrario, me estaba protegiendo.
—Mira Alicia, lo voy a decir una vez, todo lo que yo haga no es más que mi problema, ¿Te queda claro? Y si vuelves a molestar a Alex, tú juro que no voy a ser un caballero contigo, ¿Entiendes?—amenazó, ella arrugó la cara y las cejas. Se puso furiosa y me miraba como si quisiera hacerme desaparecer, pero ahí en los brazos de Elías estaba más que segura. ¿Entiendes?—volvió a repetir y ella de mala gana asintió dándose media vuelta y se fue.
Al quedarnos solos me soltó, y sentí una ausencia extraña. ¿Por qué experimenté aquello?, Sin embargo, actúe cómo si nada de eso pasó y solo fueron cosas de mi cabeza, él se puso frente a mí y me vio al rostro.
—¿Estás bien?—interpeló, analicé la pregunta y afirmé ya más calmada—Lamento mucho eso, ella no está bien de la cabeza—señaló y yo puse mala cara.
—Tu novia casi me mata, deberías controlar a esa loca—le solté refunfuñando.
—Ya, lo siento, no volverá a pasar, solo fue un malentendido—recalcó y negué.
—No, eso no fue un malentendido, ella quería golpearme, y de haber sabido que tenías novia yo no hubiera aceptado ser tu amiga…—declaré enojada y él levantó las comisuras de sus labios en una perversa sonrisa de satisfacción.
—¿Escuché bien, o eso fueron celos?—se burló y entonces, entendí que ese idiota pensaba que yo estaba haciendo una escena de celos por los de su estúpida novia, mis mejillas empezaron a arder porque nunca antes me había visto en una situación así.
—¡¿Qué, celosa?! ¿Yo?—me apunté el pecho con el dedo índice—¡Jamás estaría celosa de ti! Eres un idiota egocéntrico— exclamé y volvió a reírse.
—Ya tranquila, no te alteres, estoy bastante seguro que no estás celosa, únicamente eres una amargada—añadió tocando la punta de mi nariz, quité el rostro de manera brusca debido a que detestaba sus burlas y juegos pesados.
—No soy amargada, tú eres un idiota, ¿Y sabes qué? Ya no quiero ser tu amiga.
—Qué rápido cambias de opinión—replicó con fastidio.
—Eso no es tu problema, yo no quiero verme envuelta en problemas por tu culpa, y también aprecio mi vida, esa chica debería estar en un psiquiátrico porque está loca—me di media vuelta y empecé a alejarme manteniendo los puños cerrados, yo no estaba al tanto del porqué de ese furor tan profundo, pero se volvía más intenso cuando pensaba en la tal Alicia.
—Te veo mañana linda cerecita—soltó segundos después y por primera vez hice algo que nunca imaginé, saque mi dedo medio y se lo enseñé. Solo escuché una carcajada a lo lejos y me fui de ese sitio esperando no toparme con ninguno de ellos en lo que quedaba de clases.