Capítulo 4
Cherry.
La mañana siguiente fue más tranquila, me di cuenta de que mamá había encontrado la forma de entrar a mi habitación, quizá con las llaves que tenían y verla recostada a mi lado me hizo sentir un poco mal por haberle dicho esas cosas en la noche, después de todo era mi madre, sin embargo, no dejaba de sentirme molesta porque ella nunca estaba conmigo.
Todos era mejor antes cuando mis padres pasaban más tiempo en casa, podíamos hacer alguna actividad e incluso me contaban cuentos en las noches y extraño eso, me moví un poco y de inmediato Alena abrió sus ojos de color miel para poner en mí su atención, yo bajé la cabeza porque de igual manera estaba avergonzada por mi comportamiento. Buscaba alguna palabra de disculpas, no obstante mi garganta estaba trabada por un nudo que me impedía hacerlo.
—Mi pequeña Cherry—dijo en un tono suave mientras llevaba su mano a mi rostro, posó la palma en la mejilla y acarició con sutileza. Lamento si he estado ausente tanto tiempo, entiendo que estés enojada conmigo y quiero que me perdones por no haberme dado cuenta lo importante que es para ti mi presencia en tu vida—admitió con la voz un poco quebrada y sus ojos brillosos.
No pude contenerme y rompí a llorar para lanzarme a sus brazos al tiempo que le pedía perdón.
—Lo siento mami, lo siento mucho, no quise decirte esas cosas feas. Tú eres la mejor mamá del mundo, es solo que me haces mucha falta—confesé entre lágrimas y ella acarició mi cabeza para dejar un beso en la coronilla.
—Te entiendo mi pequeña Cherry, te prometo que haré lo posible por dedicar más tiempo para estar contigo —ofreció y eso me dio un poco de paz, porque saber que tenía su apoyo era realmente valioso para mí. Luego de haber hablado sobre ese asunto, todo se pudo arreglar y tenía mejores ánimos para ir a clases.
Estaba de tan buen humor que no necesité la ayuda de Emily, para poder arreglarme y casi para finalizar, como no sabía qué hacer con mi melena rebelde de rizos rojos, mamá entró a la habitación y se puso detrás de mí frente al espejo para sujetar mi esponjoso cabello atando una cinta en mi cabeza para que mi pelo quedara en completa libertad. Yo no estaba muy convencida de la idea, pero cuando notó mi inseguridad me giró y se dobló a mi altura para verme al rostro.
—Quiero que me veas, y prestes mucha atención. Eres hermosa, tienes un cabello envidiable por muchas, tus ojos son un espectáculo para todos los que te miren y estas pecas—dijo tocando mi rostro con el dedo índice. Son el toque de tu personalidad, así que no dejes que nadie te haga pensar lo contrario, ¿Estamos?—culminó dejando un beso en mi frente para enderezarse. Ambas salimos pasando por el pasillo hasta llegar a las escaleras y bajarlas, al estar en la sala encontré a Emily, que me esperaba para despedirse y darme un beso en la mejilla.
Los besos de Emily, tenían algo que me reconfortaba era algo así como una fuerza transmitida hacia mí que me alentaba, su sonrisa tenue me hizo el resto del día para así poder ir a la escuela con tantas energías, que ningún niño mocoso me podría molestar.
En el camino mamá evitó en lo posible atender las llamadas para poder tener algún tema de conversación conmigo, eso me hizo sentir bien, ya que estaba esforzándose por entablar una relación de madre e hija. Me hallaba tan feliz que no podía borrar esa sonrisa de mi rostro, y más cuando prometió que iríamos el fin de semana a la playa juntas, hace mucho tiempo que no salimos a ningún lado juntas y tener un tiempo con ella nos haría muy bien.
Llegamos a la escuela y por primera vez en muchísimo tiempo, ella me abrazó dejando un beso en mi frente para despedirse, pues antes únicamente estaba al pendiente de su celular y olvidaba que yo era su hija y que estaba ahí a su lado.
—Nos vemos Cherry—gritó desde la ventanilla, cosa que me dejó catatónica, miré a todos lados nerviosa para asegurarme de que nadie haya escuchado eso, pues únicamente mis padres y Emily, me llamaban de esa manera. Si alguien en la escuela se enteraba de eso, iban a ser burlas constantes hasta mi graduación.
Levanté mi mano para sacudirla y dedicarle una nerviosa sonrisa y ella siguió su camino para alejarse a toda velocidad. Eso me hizo pensar que de verdad quería cambiar las cosas conmigo, porque también noté que en todo el trayecto iba a una velocidad moderada, cosa que me sorprendió, por el hecho de que mi madre siempre conducía como si estuviera en una persecución policial.
Di media vuelta para adentrarme a la escuela y avancé por los pasillos dirigiéndome hasta mi loker, abrí con la pequeña llave que tenía colgada en mi cuello para sacar los libros de la clase correspondiente, me quedé pensando en la felicidad que había provocado el haber tenido esa cercanía con mamá, y justo al cerrar mi casillero encontré un rostro nada agradable del otro lado de la puerta que ya había cerrado. Amplíe mis ojos dando un respingo, debido a que me tomó por sorpresa.
—Hola, zanahoria—dijo con ese tono molesto e irritante. Puse mala cara, puesto que no me agradaba para nada ese niño grosero.
—¿Qué quieres?—espete con disgusto, poniendo llave al casillero. Él extendió su mano de lado para evitarme el paso encerrándome en un pequeño círculo íntimo entre ambos.
—Nada, únicamente pasé a saludarte, ¿No puedo?—agregó tomando uno de mis rizos entre sus dedos en una risa maliciosa. Entorné los ojos y solté un resoplido.
—Gracias, pero voy a mi clase, así que si me disculpas—quise evadirlo, y le di un manotazo para que soltara mi cabello. Sin embargo, eso solo hizo que al moverme para intentar escapar de la prisión que hizo con sus brazos, fuera más fuerte.
—No te vayas zanahoria, tú eres bastante agradable—volvió a llamarme de esa forma tan despectiva que tanto me sacaba de quicio, la verdad llevaba solo un día conociendo a este niño y ya lo detestaba hasta lo más profundo de mis órganos.
—Ya te dije que voy a clases, y no me llames así —le reclamé mirándolo justo a los ojos, para que supiera que no me inspiraba nada de miedo. Él solo se rió y con un tono ronco añadió.
—Ah, sí, es que me di cuenta de que te gusta mejor, Cherry—apuntó con las comisuras de sus labios levantadas como el gato sonriente, yo me paralice abriendo mis ojos como dos platos.
《 Demonios, pensé que nadie había escuchado 》
Maldije para mis adentros, porque eso era más grave de lo que imaginaba, si ese niño regaba mi apodo personal, estaba muerta. No podría estudiar más en esa escuela debido a las burlas por parte de mis compañeros.
—No sé de dónde sacaste esto, pero solo te digo una cosa, si alguien se entera te juro que voy a matarte—amenacé por primera vez en mi existencia y él amplió más su sonrisa gatuna, la cual fue completada con un brillo en sus ojos de mala intención que me causó escalofríos.
—Vaya, la minina tiene garras—insinuó y la verdad a veces este niño me daba la impresión, de tener actitudes de una persona más grande para su edad.
—No sabes de lo que soy capaz si vuelves a meterte conmigo —agregué en un tono de conminación. La campana sonó y aproveché que se distrajo lo suficiente para escaparme de sus garras, fui de largo a mi salón como una fecha y entre para sentarme al frente.
Esperaba con todas mis fuerzas que ese niño, el cual no sabía aún su nombre, no soltara la sopa sobre mi secreto.
Durante la clase me costó mucho poder concentrarme, debido a que esa idea daba vueltas en mi cabeza, por lo cual muchas veces recibí llamados de atención por parte de mi maestra de biología. No era algo común que yo no prestara atención, a pesar de ser tímida, siempre me concentraba en mis estudios porque mi madre me enseñó a que las calificaciones eran lo más importante para el futuro.
La campanada anunciando el final de esa clase para poder ir al almuerzo, me hizo reaccionar y por inercia me levanté de mi asiento y salí del salón abrazando mis libros. Seguí hasta el casillero y justo antes de llegar escuché a algunas niñas murmurando algo, que obvio tenía que ver conmigo, no obstante las ignoré debido a que supuse que estaba imaginando cosas. Pero las cosas empeoraron al llegar a mi casillero, dos chicos del equipo de fútbol pasaron y rieron murmurando.
—Hola, Cherry—me paralicé por un momento analizando la situación, pero en vez de correr al baño para echarme a llorar como siempre, una increíble adrenalina recorrió cada fibra de mi cuerpo y cerré el loker con fuerza manteniendo una mueca de rabia en el rostro, apreté los puños con tanta violencia que las uñas se me clavaron en las palmas.
Mis pasos eran firmes y pesados hasta que llegué a donde estaba las niñas que habían hablado al inicio y las confronte.
—¿Dónde rayos está ese idiota?—ordené una respuesta, ellas se miraron con asombro y la más alta señaló en dirección al pasillo que conectaba hacia la cancha de baloncesto. No dije absolutamente nada y seguí mi camino dispuesta a todo, ese pedazo de nada iba a conocer quien era realmente Alex Elena Santiago.
***
Madre mía, ahora siii… ¿Que hará Alex? Es que ese Elías es una piedra en el zapato que no sabe respetar, ahora está metido en un gran lío.
¿Qué piensan ustedes que pasará? Dejen sus comentarios, las leo a todas, les envío un beso y abrazo grande.