Capítulo 5
Sorpresa
Había dos cosas que me generaban mucha adrenalina, la primera era retar a todo el que pusiera un muro en frente de mí para evitar que yo hiciera algo, el solo hecho de escuchar la palabra, no, se convertía en un sí absoluto para mí. La segunda cosa que también amaba y provocaba tantas emociones dentro de cuerpo, se trataba de hacer enojar a las personas, quizá en mi inmadurez no entendí en ese instante hacia donde caminaba con mis malas acciones, pero luego de ese día lo iba a comprender.
Después de ver a la pequeña pelirroja, que pasaría a ser mi trofeo mayor, no me cabía la menor duda de que esa niña tenía algo especial que me llevaba a molestarla y el encuentro de la mañana con su amenaza abrió una puerta de éxtasis al querer saber si ella realmente iba a cumplir lo que dijo, la curiosidad por averiguar si ella se hallaba dispuesta a actuar tomando cartas en el asunto como dijo cuando le recordé ese secreto, el cual no tenía intención de que nadie en la escuela supiera.
Por fortuna, esa mañana, como siempre, llegué tarde, pues Ethan había estado de farra la noche anterior, se quedó dormido y por consiguiente tuve que esperar a que me llevara a la escuela, cosa que detestaba porque el mínimo hecho de pedirle a nuestro padre que levantara su trasero del sofá para hacer lo que un progenitor normal haría con su hijo, era como buscar monedas de oro al final de un arcoíris.
Sin embargo, eso fue beneficioso para mí, puesto que de no ser por ese insignificante acontecimiento, nada de eso hubiese ocurrido. La niña de rizos zanahoria tenía una bonita cinta que le rodeaba la cabeza y formaba un lazo en la parte superior, la melena esponjosa bailaba con el viento, cosa que me hizo distraer por cortos segundos, sin embargo, noté que se bajó de un auto muy lujoso que parecía acabado de sacar de agencia, cosa que me llevó a la conclusión que la pecosa era una riquilla de papá y mamá.
Una mujer se despidió gritándole desde el auto, algo que me causó gracia, pero no fue por las palabras, sino por la reacción de la menuda con ojos marrones, los cuales se expandieron observando a todos lados para asegurarse de que nadie haya escuchado eso. Me escondí lo suficientemente bien, como para que no pudiera notar que yo estaba cerca, y luego de despedirse de la que supuse era su madre, entró a la escuela rápidamente.
Obvio la seguí, pero como yo podía ser un experto en atajos en esa escuela, porque pasaba más tiempo en los pasillos saltándome clases, que en las aulas. Entré por la parte lateral que conectaba con los pasillos de los casilleros y sin que ella se diera cuenta la tomé por sorpresa. Solo eso bastó para que hubiera una confrontación directa entre ambos.
Posteriormente, fui a la clase de baloncesto. Era lo único que me llamaba la atención, ya que yo en definitiva no sentía atracción por nada, excepto el deporte, y tenían que admitir que yo era muy bueno en cualquier deporte que eligieran, no obstante, mi favorito siempre fue el baloncesto.
Me hallaba jugando en la cancha de la escuela, hasta que un idiota no pudo aguantar un bloqueo de mi parte y cayó como saco de papas en el suelo, el entrenador me regañó, pues según su criterio en los juegos amistosos de la escuela no debía ocurrir eso, sin embargo, supongo que yo estaba lleno de mucha energía y seguido de eso tampoco era del tamaño de un niño común, a mis 13 años media un metro setenta y mis extremidades no eran flacuchas como la de otros niños con estatura como la mía y por eso todos me tenían un especial miedo que para ser honesto me gustaba, ya que usaba eso a mi favor para molestar a otros y que hicieran lo que yo quisiera.
El entrenador tocó el silbato para hacer un descanso, o mejor dicho para ir a besuquearse con la maestra de natación, todos ya sabíamos lo que iban a hacer, solo que hacíamos que no para evitar incomodidades, entre hombres podíamos entendernos y aunque yo no era experto en cosas de sexo, si podía decir que había tenido varias novias y al menos sabía lo que era llegar a segunda base y también con Ethan tuvimos ciertas conversaciones al respecto de ese tema.
Parte del equipo estaban reunidos del otro lado de la cancha, yo avancé unos pasos hacia las gradas para tomar el agua que tenía en la mochila, pero cuando me disponía a sacar la botella la escuché.
—¡Hey, tu idiota!—gritó con todas sus fuerzas, y algo en su voz me estremeció por completo, fue como un cosquilleo satisfactorio de haber logrado mi cometido. Enseguida, volteé a verla y se acercaba a zancadas para llegar lo antes posible a donde yo me encontraba, la verdad es que se veía chistosa esa pequeña niña con rizos que bailaban al caminar tan rápido, su nariz estaba abierta por la respiración acelerada y el rostro permanecía en una mueca de enfado que únicamente me daba la impresión a un cachorrito indefenso.
Me reí, no lo negaré, fue una escena bastante cómica para mí. De hecho, no tuve suficiente con reírme, así que…
—Oh, pero miren que trajo el río—comenté con voz burlona—Una cerecita—añado haciendo gestos tiernos, pero burlescos. Ella siguió acercándose y cuando estuvo frente a mí, se detuvo y por primera vez tenía a una gatita enojada y no ese conejito asustado que siempre aparentaba ser.
—Te dije que cerraras la boca, ¿Acaso eres retrasado o qué rayos te pasa?—atisbo furiosa, se podía observar en sus ojos ese fuego y no tengo idea si eran cosas mías, pero casi podía pensar que su cabello se veía más brillante cuando se enojaba.
Tuve que inclinarme un poco para ponerme a su altura y miré sus ojos marrones avellana, me puse las manos en la cintura y con una mueca curiosa y a la vez de burla respondí.
—¿Qué dices cerecita? Es que no puedo escucharte, al parecer tienes que hablar un poco más alto—me reí y ella frunció más el ceño fulminándome con la mirada, su pecho se alzaba y contraía con los puños apretados a los lados de su cuerpo, demostrando así que estaba en el punto más alto de furia.
—¡Eres un idiota!—exclamó en mi rostro. Yo incliné la cabeza de lado y me encogí de hombros.
—Y tú una cereza muy tontita—le repliqué tocando la punta de su nariz y únicamente eso bastó para que levantara su pequeña mano en un intento de darme una bofetada, obvio la detuve y sonreí negando mientras chasqueaba la lengua contra el paladar de modo decepcionante—No, no, eso no se hace cereza, no puedes acudir a la violencia—la regañé como los adultos a sus hijos y ella haló su mano para zafarse, usó su pie para darme una puntada en la pantorrilla, provocando un dolor punzante que me hizo soltarle rápidamente. Cerró el puño frente a mi rostro y lo direcciono a mi nariz dando en el tabique, sentí como un líquido espeso chorreaba hasta llegar a mi boca y al probarlo ese sabor metálico me hizo saber que esa mocosa me había roto la nariz.
Quien lo diría, una niña tan indefensa me rompió la nariz.
¿Cómo rayos iba a ver a mis amigos ahora? Todos se iban a burlar al saber que una niña pequeña me rompió la nariz tan fácilmente, pero ella no se conformó con eso, quería más, así que empezó a soltar puñetazos al azar como loca. Yo intentaba sostener las manos de la pecosa, pero tenía una mano ocupada en mi nariz rota para evitar el sangrado, en ese instante llegó el maestro y corrió hacia nosotros para sujetar a la pelirroja, la cargo tomándola por la cintura y mientras ella pataleaba en el aire gritándome los insultos más raros del mundo.
—Eres un cretino, mequetrefe, neófito, troglodita—vocifero, pero únicamente logré entender dos cosas de las que dijo, seguramente yo era tan ignorante que no podía hablar en su lenguaje tan culto, que hasta para insultos lo empleaba.
Yo nada más podía observarla con ojos de asombro, al igual que todos mis compañeros. Nadie imaginaba que ella sacaría unas garras de leopardo, y tampoco que alguien de esa escuela se atrevería a meterse con Elías Loughty.
***
Ay, madre mía... Ahora si sacó las garras Alex, y Elías quedó en el sitio, así aprende y no se mete más con ella, ¡Vamos Alex, así es no se deje Caramba! Jeje
Cuéntenme que tal les pareció el capítulo y que creen que va a pasar en el siguiente?
Las quiero y les envío un abrazo.