Capítulo 16
—Es un idiota Rouse, ese patán me dijo cobarde, ¿Puedes creerlo?—le comenté a mi amiga llena de furia.
—Sí, ya lo dijiste unas 10 veces—comentó soñolienta mientras apoyaba si mejilla en la mano derecha.
—Es que a veces quiero asesinarlo Rouse, no sé por qué rayos sigo siendo su novia—me quejé dándole un puntapié al aire. Ella torció los ojos y luego me miró directamente.
—¿De verdad? Solo ayer decías que estabas enamorada y que querías pasar el resto de tu vida con ese idiota, qué fácil cambias de opinión—sugirió y puse mala cara.
Ella era muy honesta, por eso era mi mejor amiga, no era de ese tipo que te daban la razón por hipocresía, ella podía decirte en tu cara cuando te equivocabas sin importar si eso iba a hacerte enojar.
—Sí, pero ayer es ayer, y hoy es hoy—confesé haciéndome la enojada, para que no pudiera juzgarme.
—Alex, es la tercera vez en la semana que se pelean por ese asunto, se que yo no estaba de acuerdo con esto, pero ¿No crees que es momento de decirle a tu madre?—propuso y de inmediato negué.
—¡Noooo! Definitivamente, no voy a decirle a mamá, Rouse, si ella se entera de que soy novia de Elías, estoy segura de que haría lo imposible por alejarme de él —contesté preocupada, porque pensar en esa situación me aterraba.
Mi madre había cambiado mucho, sus intereses eran más inclinados a las relaciones con personas importantes, y enterarse de que su hija mantenía una relación con un simple chico sin aspiraciones a poseer una fortuna, era como el fin del mundo para ella.
Por eso le temía a la idea de enfrentarla y confesar mi secreto, ella no iba a aceptarlo aunque yo se lo pidiera de rodillas.
—Alex, te seré honesta, no creo que Elías soporte más que ustedes sean novios a escondidas y me preocupa que vaya a terminar mal todo esto—confesó finalmente para darme una estocada fatal, yo sabía eso, claro que mil veces lo reflexioné, pero me negaba a aceptar esa realidad por temor a que lo de Elías y yo se terminara. Lo amaba bastante como para vivir sin él, y ese miedo a perderlo era el que me inquietaba.
Dejé mi frente tocar la mesa de la biblioteca soltando un suspiro de tristeza.
—Lo sé, y de solo pensarlo siento que me quedo sin aire, tengo miedo Rouse, lo amo demasiado para perderlo—pugné entristecida, ella me acarició la cabeza para intentar consolarme y luego de varios minutos escuché esa voz que era música para mis oídos.
—¿Depresión por falta de mis besos?—soltó con tono egocéntrico, levanté la cabeza enseguida y entorné los ojos para hacerle creer que estaba molesta, a pesar de que por dentro sentí extrema felicidad.
—Ash, Rouse, vámonos creo que hablaré con la bibliotecaria para que envíen a control de plagas, hay bichos aquí —dije con tono de fastidio, ella me vio con desaprobación y luego a Elías.
—Los dejaré solos—comentó y se fue.
《 Qué buena amiga》
Pensé
Él se acercó hacia donde yo me encontraba, y obviamente tenía que hacerme la difícil, no podía hacerle ver que le sería tan fácil ganarse mi perdón, se comportó como un cretino y debía pagar las consecuencias.
—Vamos Alex, lo siento—se disculpó y le di la espalda recogiendo mis cosas para intentar marcharme—Cereza, lamento haberme portado como idiota, sabes que a veces hablo de más, por favor perdóname—suplicó acercándose para tomar mi mano, yo la quité bruscamente y lo miré fulminándolo.
—¡Fuiste más que un idiota! Sabes que no es tan fácil como piensas, nadie conoce mejor a mi madre, que yo y sé que el solo hecho de mencionarle lo nuestro, yo terminaría en un internado en Francia y no quiero que me separen de ti, ¿es tan difícil de entender para ti eso?—inquirí enojada. Él bajó la cabeza, se rascó el cuello y respondió.
—Te entiendo, pero es que no soporto la idea de estar escondidos, yo te amo y quiero poder tener la oportunidad de ser aceptado por tus padres—aseguró convencido y cuando escuché que dijo que me amaba, solo eso bastó para perdonarlo, no podía resistirme a ese encanto perfecto, mi tonto orgullo moría con un te amo de sus labios.
Salté a sus brazos, besé sus labios y me quedé viendo esos ojos tan hermosos que me enloquecía por completo.
—Te amo, Elías Loughty, a pesar de que a veces quisiera matarte—declaré dándole un golpecito en la frente con mis dedos índice y pulgar, cerró los ojos sonriendo y me apretó a su cuerpo metiéndome entre sus piernas.
—Y yo te amo, mi pecosa amargada—respondió para fundirnos en un beso cálido y agradable.
***
Otro escape se le ocurrió, porque él era especialista en hacer de mi vida una película de acción, siempre estábamos a punto de ser descubiertos y no podía negar que eso le daba emoción a lo nuestro, ese acelerón en el corazón cuando pensaba que nos iban a cachar, me agradaba, a pesar de que las consecuencias fueran terribles. Mi amiga no estaba de acuerdo con nuestro plan, pero aceptó cubrirme, ya que supuestamente pasaríamos la semana preparando el proyecto para fin de año, por el hecho de que pronto nos íbamos a graduar y estábamos en exámenes finales, sin embargo, todo eso no era más que una fachada, puesto que yo pasé el año sacando notas altas para no tener que esforzarme tanto al final y prácticamente había sido la mejor calificación de la escuela.
Pero nada de eso lo sabía mamá, así que podía aprovechar para poder escaparme con Elías.
—Espero que tu madre no los descubra—rogó en un tono bajo, aunque sonaba preocupada. Yo lo abracé fuerte y le sonreí.
—Tranquila, ya hemos hecho esto muchas veces, todo saldrá bien—dije para despedirme y corrí a la motocicleta para subirme rodeando con mis brazos la cintura de mi novio. Arrancó y nos marchamos de ese lugar yendo a un lugar sorpresa que él mencionó.
Antes de llegar me puso una venda en los ojos para evitar que pudiera ver, me guio en cada paso, por lo cual únicamente podía sentir la brisa de otoño y el crujir de las hojas bajo mis zapatos, hasta que destapó mis ojos.
Mi boca se abrió en asombro al contemplar aquel hermoso sitio, lleno de árboles con troncos gruesos de color marrón y hojas totalmente naranjas, algunos rayos de luz se colaban por los agujeros entre las ramas e intensificaban el color perfecto de aquel perfecto paisaje. Di vueltas en círculos, estirando los brazos con el rostro en dirección al cielo, deleitándome entre tanta belleza y luego salté a sus brazos para caer juntos en una montaña de hojas secas.
Reímos como niños pequeños y luego nos quedamos mirando el cielo que era obstruido por el naranja de las hojas otoñales, suspiré cerrando los párpados y al abrirlos de nuevo noté algo diferente… Vi que Elías me observaba y de forma sutil sacó algo de su bolsillo para mostrármelo.
Al inicio no lo comprendí, hasta que abrió aquella pequeña cajita revelando un anillo con una piedra brillante en medio.
—¿Y esto?—fue lo único que se me ocurrió preguntar, él enderezó su torso y me ayudó para ponerme derecha también, pensó unos segundos hasta que se atrevió a contestar.
—Alex, sabes que te amo, y bueno, creo que te conozco desde siempre, por eso compré esto para ti, he visto que cuando uno ama a alguien y quiere pasar el resto de su vida con esa persona, le da un anillo a manera de comprometerse para un día así casarse—explicó y amplíe los ojos muy grandes.
—¿Cansarnos?—solté casi aterrada—Es que ni siquiera tenemos edad para hacerlo—agregué y encogió los hombros.
—Para comprometerse no es necesario ser mayores, solo es una forma de decir que estamos apartados el uno para el otro y que un día nos cansaremos—detalló y de inmediato salté para besarlo por todo el rostro.
—¡Claro que sí, me encantaría estar comprometida contigo!—grité emocionada, a pesar de que podía tratarse de una tontería de chiquillos, para mí era algo tan hermoso que él, haya considerado un compromiso solo para pensar en un futuro juntos.
Pasamos las horas hablando de como sería una vida juntos, la casa que tendríamos, también nuestros hijos y hasta el nombre del perro, el cual se llamaría: Coke porque así lo decidimos ambos. Contemplé el anillo y era tan hermoso, que no podía dejar de verlo, extendí mi mano al cielo para que ambos lo pudiéramos admirar y todo aquello parecía tan perfecto, que jamás hubiera deseado que se terminara. Si de mí dependiera ese momento estaría congelado en el tiempo, para poder vivirlo una y otra vez.
***
Regresamos a casa de Rouse como siempre porque las horas pasaron rápidamente, él me dejó unos cuantos metros antes del sitio para no ser descubiertos, lo besé intensamente y luego observé como se marchaba totalmente embelesada. Corrí a casa de mi amiga para entrar por la ventana, y cuando lo hice quedé paralizada con lo que encontré.
—Hola, Alex, te estaba esperando, supuse que no llegarías—expresó mi madre de pie a la puerta con los brazos cruzados. Miré a Rouse sentada en una esquina con la cabeza gacha y lágrimas en las mejillas, quizás su madre la había regañado por mi culpa y también la obligaron a delatarme.